Pues me estoy leyendo el primer tomo de Clásicos DC dedicado a La Legión de Superhéroes en su etapa de los 80 guionizada por Paul Levitz y dibujada por Keith Giffen y es una prueba más de lo que ha cambiado el tebeo americano en veinte años. Historias muy densas en argumento, diálogos y número de viñetas que te cuentan en veinte páginas lo que ahora necesita de diez números. Es un estilo de narrativa que se puede hacer duro para un lector de hoy en día. Y tratándose de la Legión, aún más.
En la Legión aparecen decenas de personajes y decenas de mundos futuros que piden un lector fiel y aplicado a su tarea. Aunque el grupo ha tenido continuidad en diversos títulos y colecciones durante casi 50 años esta sensación es engañosa, y ha ido a trompicones, con una notable historia de altibajos, donde los bajos han sido más que los altos y donde, como es habitual en DC, hay versiones pre-Crisis, post-Crisis, pre-Hora Cero, post-Hora Cero y una nueva continuidad iniciada por Mark Waid hace unos años y que es la que actualmente publica Planeta. Muy maja, por cierto. Y también tienen una serie de dibujos con unos diseños muy bonitos.
Probablemente no hay concepto al que se le hayan dado más oportunidades en el comic yanqui, gracias a que tiene un núcleo duro de fans y a que Paul Levitz es el mandamás de DC. Es de esas series que si te gustan estás a muerte con ella, pero en la que es especialmente difícil entrar. En España no ha tenido demasiada fortuna, a pesar de los intentos de Vértice, Bruguera (que yo recuerde) y, sobre todo, Zinco, que publicó un primer número de presentación del que recuerdo especialmente las fichas de los personajes y el alfabeto de Interlac (el lenguaje galáctico del siglo XXX), en un intento de Miguel G. Saavedra y Sergio Pradera de hacer llegar el Universo Legionario al lector. No bastó, pero se agradece. Por ello se hubiera agradecido que en este primer número de Planeta se hubieran preocupado de hacer lo propio. Es el tipo de “valores añadidos” de los cuales ya hemos hablado y que en una colección como está se hacen aún más necesarios.
Probablemente no hay concepto al que se le hayan dado más oportunidades en el comic yanqui, gracias a que tiene un núcleo duro de fans y a que Paul Levitz es el mandamás de DC. Es de esas series que si te gustan estás a muerte con ella, pero en la que es especialmente difícil entrar. En España no ha tenido demasiada fortuna, a pesar de los intentos de Vértice, Bruguera (que yo recuerde) y, sobre todo, Zinco, que publicó un primer número de presentación del que recuerdo especialmente las fichas de los personajes y el alfabeto de Interlac (el lenguaje galáctico del siglo XXX), en un intento de Miguel G. Saavedra y Sergio Pradera de hacer llegar el Universo Legionario al lector. No bastó, pero se agradece. Por ello se hubiera agradecido que en este primer número de Planeta se hubieran preocupado de hacer lo propio. Es el tipo de “valores añadidos” de los cuales ya hemos hablado y que en una colección como está se hacen aún más necesarios.
Me imagino que cuando Planeta se ha atrevido con la Legión es porque la serie de Mark Waid está yendo bien y porque los Clásicos DC también están funcionando pero probablemente sea uno de los lanzamientos más arriesgados de la línea DC de Planeta y que funcione o no será un termómetro del estado de DC en España, sobre todo si los resultados son buenos. Yo, al menos, pienso gastarme los diez euritos de cada tomo todos los meses.
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