De casualidad me he encontrado leyendo dos obras con mucho común: España, una, grande y libre de Carlos Giménez e Ivá, y Clásicos DC: JSA de Roy Thomas y Rich Buckler.
La obra de Giménez fue publicada originalmente en los primeros años de la Transición y es un tebeo de combate. En sus páginas Giménez retrata las expectativas y, sobre todo, el pesimismo que le producen los cambios políticos y los problemas sociales como el paro, la delincuencia, los derechos de los trabajadores, los grupos fascistas, la represión policial...
Mucho de lo que cuenta es producto de la ingenuidad ideológica, como ese comentario de que “en Rusia, Cuba y China el problema del hambre lo tienen resuelto desde hace tiempo” que recuerda a aquel chiste de “en Cuba nadie se acuesta con hambre, y quien tenga hambre, que no se acueste.” En otra historieta puedes llegar a vislumbrar una comprensión por los motivos de un terrorista suicida que le imagino superada. Y la imagen que da de Adolfo Suárez no puede ser más desafortunada.
Pero todo lo hace desde una total implicación personal, usando como única arma su talento, en una época en la que en El Papus, donde él publicaba, ponían bombas y moría gente. Lo que aterra es que temas como la especulación inmobiliaria, las abusivas diferencias entre el precio de los productos en origen y en el punto de venta o el debate sobre la energía nuclear siguen dando la lata en la actualidad. Por suerte, los peores augurios de Giménez no se cumplieron y pudo ver cómo, en 2003, un Gobierno del PP le concedió la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes.
Roy Thomas publica All-Star Squadron casi contemporáneamente a la obra de Giménez, en 1982. Estados Unidos, tras el Watergate y Vietnam, anda deprimida, moral y económicamente y el Presidente es un Ronald Reagan al que no le tiembla la mano cuando toma decisiones impopulares que suponen el desmantelamiento del sistema sanitario, despedir a 12.000 controladores aéreos en huelga y un aumento en las tensiones con la Unión Soviética.
Ante este panorama Thomas mira atrás y no sólo cumple el sueño de escribir los héroes de su infancia, sino que vuelve la vista a una época de dificultad, la Segunda Guerra Mundial, en la que una nación unida desafía al fascismo. Resulta entrañable esa viñeta en la que una señora la emprende a pedradas contra una farola para apagarla y evitar que sirva de guía a los bombarderos enemigos. Es un tiempo en el que las guerras eran justas, los políticos eran honrados y se sabía por qué se luchaba.
Thomas y Giménez son dos niños de posguerra (Mundial y Civil) que miran al pasado o a una utopía en busca de las respuestas que su época no les da. Mientras que Giménez es más directo, más brutal, para Thomas lo principal es la aventura, aunque sutilmente deja traslucir la misma desilusión que el autor español y la misma resolución contra las dictaduras fascistas.
Como colofón irónico, en esta época Thomas seguramente ignoraba el tipo de historieta que se hacía en España y Giménez defendía, otro modo de ignorancia, que el comic americano era una expresión fascista.
La obra de Giménez fue publicada originalmente en los primeros años de la Transición y es un tebeo de combate. En sus páginas Giménez retrata las expectativas y, sobre todo, el pesimismo que le producen los cambios políticos y los problemas sociales como el paro, la delincuencia, los derechos de los trabajadores, los grupos fascistas, la represión policial...
Mucho de lo que cuenta es producto de la ingenuidad ideológica, como ese comentario de que “en Rusia, Cuba y China el problema del hambre lo tienen resuelto desde hace tiempo” que recuerda a aquel chiste de “en Cuba nadie se acuesta con hambre, y quien tenga hambre, que no se acueste.” En otra historieta puedes llegar a vislumbrar una comprensión por los motivos de un terrorista suicida que le imagino superada. Y la imagen que da de Adolfo Suárez no puede ser más desafortunada.
Pero todo lo hace desde una total implicación personal, usando como única arma su talento, en una época en la que en El Papus, donde él publicaba, ponían bombas y moría gente. Lo que aterra es que temas como la especulación inmobiliaria, las abusivas diferencias entre el precio de los productos en origen y en el punto de venta o el debate sobre la energía nuclear siguen dando la lata en la actualidad. Por suerte, los peores augurios de Giménez no se cumplieron y pudo ver cómo, en 2003, un Gobierno del PP le concedió la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes.
Roy Thomas publica All-Star Squadron casi contemporáneamente a la obra de Giménez, en 1982. Estados Unidos, tras el Watergate y Vietnam, anda deprimida, moral y económicamente y el Presidente es un Ronald Reagan al que no le tiembla la mano cuando toma decisiones impopulares que suponen el desmantelamiento del sistema sanitario, despedir a 12.000 controladores aéreos en huelga y un aumento en las tensiones con la Unión Soviética.
Ante este panorama Thomas mira atrás y no sólo cumple el sueño de escribir los héroes de su infancia, sino que vuelve la vista a una época de dificultad, la Segunda Guerra Mundial, en la que una nación unida desafía al fascismo. Resulta entrañable esa viñeta en la que una señora la emprende a pedradas contra una farola para apagarla y evitar que sirva de guía a los bombarderos enemigos. Es un tiempo en el que las guerras eran justas, los políticos eran honrados y se sabía por qué se luchaba.
Thomas y Giménez son dos niños de posguerra (Mundial y Civil) que miran al pasado o a una utopía en busca de las respuestas que su época no les da. Mientras que Giménez es más directo, más brutal, para Thomas lo principal es la aventura, aunque sutilmente deja traslucir la misma desilusión que el autor español y la misma resolución contra las dictaduras fascistas.
Como colofón irónico, en esta época Thomas seguramente ignoraba el tipo de historieta que se hacía en España y Giménez defendía, otro modo de ignorancia, que el comic americano era una expresión fascista.
6 comentarios:
el último comentario no lo entiendo
¿podrías explicarlo?
exp. 626
me gusta tu blog,te invito a participar en mi modesto blog de directorio y votaciones de otros blog
http://aquiestatublog.blogspot.com
podrás disfrutar con otros blog y relajarte viendo un poco de publi
voy de blog en blog,escogiendo los que me gustan,pero si consideras que es spam,te pido perdón y disculpas,soy un particular que intento esta aventura,no una empresa
Sí que me ha quedado críptico ,sí.
A principios de los 80 en las revistas de Toutain sobre todo, había mucha polémica alrededor del comic americano y el fascismo de los superhéroes, y no sólo de los superhéroes porque recuerdo (tengo que tenerlo en algún sitio) un texto de Giménez en el que ponía a parir a Milton Caniff y lo llamaba fascista. Es un ejemplo de ese papanatismo antiamericano tan presente en cierta izquierda. Sin embargo Caniff y Thomas traslucen en sus obras un desprecio al fascismo tan fuerte como el de Giménez, aunque oculto tras unos comics de aventuras. Por eso me parece tan paradójico que a autores tan distintos les muevan los mismos impulsos y que sin embargo vivieran ignorándose o despreciándose.
Pese a no compartir tu aprecio por los dos autores en cuestión, creo que tienes razón en lo que dices. Defiendo el antifascismo de Thomas y creo que hasta es más complicada la situación del americano. Porque Giménez no esconde el contenido político de su obra (de hecho vive de él, como en casi toda su obra que conozco), sin embargo, Thomas camufla sus ideas entre un cómic de Super Heroes, jugándosela y, sin tener porqué hacerlo más que por ideología personal.
Felicidades por el blog.
Muchas gracias, Zantoblin.
Hombre, no creo que Thomas recibiera amenazas de muerte como sí lo hacía Giménez. Como ya cuento en el post El Papus, donde publicaba, fue objeto de un atentado con bomba por parte de un grupo fascista (la triple A) que le costó la vida al portero del edificio.
Ok y gracias.
exp. 626
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