Finalmente no va a hacer falta inundar las calles con banderas republicanas. Un coscorrón en forma de multa, dice la prensa, y todo este follón de El Jueves quedará, sólo, en una campaña publicitaria muy efectiva aunque, estoy seguro, no intencionada.
La campaña continúa, y he visto en La Sexta que en el número de esta semana aparece una página con supuestas portadas todavía más brutas y con peor gusto que la famosa/infame. Como diciendo: podríamos haberlo hecho peor. Y es cierto. Siempre se puede ser más bruto, hiriente y soez. Es un efecto entrópico: el caos es fácil; el orden, difícil. Lo difícil es ser fino, irónico, inteligente, hacer gracia sin sangre...
Nunca he sido comprador habitual de El Jueves, aunque sí lector regular porque había amigos que lo compraban. Sí que tengo bastantes Pendones del Humor y similares: del añorado Ivá, de J.L. Martín, Óscar, Monteys, Fontdevilla,... Mantener la gracia y la originalidad semana a semana no es que sea difícil, es que raya la imposibilidad. Y acaban por hacerse repetidos, acudiendo al chiste que saben o suponen que siempre hace sonreír a sus habituales. Claro que ¿cuántas veces puedes poner a Jordi Pujol como si fuera Yoda? ¿O reírte de un Aznar que ya hace tres años que ni pincha ni corta? Si es que hasta cuando la polémica sobre las caricaturas de Mahoma sacaron a un Aznar disfrazado de Capitán Trueno...
El caso es que Guillermo y Fontdevilla han comparecido y han explicado el proceso de creación del famoso/infame dibujo ante el juez Del Olmo, que a estas alturas de la película debe de estar pensando: “Para qué me meto en nada”. Y, dicen en la prensa, ha quedado bastante convencido. A ver si es verdad. Si es así, será debido a una mezcla de explicaciones coherentes y un deseo de zanjar un enojoso asunto.
Y, al hilo de esto, debo confesar que nunca acabé de entender por qué David Ramírez perdió, en segunda instancia, la querella de Antonio Martín. Dejando aparte a los oportunistas –siempre los hay– que aprovecharon la ocasión más para zurrarle a Martín que para defender a Ramírez, siempre tuve claro que el dibujante nunca intentó insultar ni injuriar al ex–editor de Planeta, sino ilustrar una situación bastante comentada en su momento, la enemistad entre Cels Piñol y Martín, en la que todos mantenían la compostura cara al público, pero se ponían a parir a las primeras de cambio. En todo caso, y aunque nos quisieron hacer creer eso vía tebeos reivindicativos, no se trató en aquel caso de un ataque a la libertad de expresión, sino de una persona que se sintió insultada y ejerció su derecho legal, de un juez que le dio la razón y de una defensa que no supo hacerle entender que no era así.
La campaña continúa, y he visto en La Sexta que en el número de esta semana aparece una página con supuestas portadas todavía más brutas y con peor gusto que la famosa/infame. Como diciendo: podríamos haberlo hecho peor. Y es cierto. Siempre se puede ser más bruto, hiriente y soez. Es un efecto entrópico: el caos es fácil; el orden, difícil. Lo difícil es ser fino, irónico, inteligente, hacer gracia sin sangre...
Nunca he sido comprador habitual de El Jueves, aunque sí lector regular porque había amigos que lo compraban. Sí que tengo bastantes Pendones del Humor y similares: del añorado Ivá, de J.L. Martín, Óscar, Monteys, Fontdevilla,... Mantener la gracia y la originalidad semana a semana no es que sea difícil, es que raya la imposibilidad. Y acaban por hacerse repetidos, acudiendo al chiste que saben o suponen que siempre hace sonreír a sus habituales. Claro que ¿cuántas veces puedes poner a Jordi Pujol como si fuera Yoda? ¿O reírte de un Aznar que ya hace tres años que ni pincha ni corta? Si es que hasta cuando la polémica sobre las caricaturas de Mahoma sacaron a un Aznar disfrazado de Capitán Trueno...
El caso es que Guillermo y Fontdevilla han comparecido y han explicado el proceso de creación del famoso/infame dibujo ante el juez Del Olmo, que a estas alturas de la película debe de estar pensando: “Para qué me meto en nada”. Y, dicen en la prensa, ha quedado bastante convencido. A ver si es verdad. Si es así, será debido a una mezcla de explicaciones coherentes y un deseo de zanjar un enojoso asunto.
Y, al hilo de esto, debo confesar que nunca acabé de entender por qué David Ramírez perdió, en segunda instancia, la querella de Antonio Martín. Dejando aparte a los oportunistas –siempre los hay– que aprovecharon la ocasión más para zurrarle a Martín que para defender a Ramírez, siempre tuve claro que el dibujante nunca intentó insultar ni injuriar al ex–editor de Planeta, sino ilustrar una situación bastante comentada en su momento, la enemistad entre Cels Piñol y Martín, en la que todos mantenían la compostura cara al público, pero se ponían a parir a las primeras de cambio. En todo caso, y aunque nos quisieron hacer creer eso vía tebeos reivindicativos, no se trató en aquel caso de un ataque a la libertad de expresión, sino de una persona que se sintió insultada y ejerció su derecho legal, de un juez que le dio la razón y de una defensa que no supo hacerle entender que no era así.
Mañana seguimos viajando...
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