Estamos a año y medio de acabar esta década innominada (Lo de “los 80”, “los 90”,… estaba claro. ¿”Los 00”?). ¿Cuántas obras maestras ha dado esto del tebeo en este tiempo? Yo ya tengo una: All Star Superman.
Alguna vez hemos comentado lo difícil que resulta escribir a Superman. Los personajes con fallos y vulnerabilidades son mucho más sencillos y agradecidos para el escritor y para el lector que busca dimensiones y capas en las historias que consume. Superman es demasiado poderoso, física y moralmente, y la mayoría de escritores naufragan, ya sea porque no son capaces de inventar un conflicto creíble, o porque cuando lo inventan es una patochada. Verbigracia: el jodido niño de Superman Vuelve.
Superman es un icono, un símbolo, uno de los más reconocibles del mundo, pero es más famoso por sí mismo que por sus aventuras. Por eso All Star Superman tiene doble valor: es un gran tebeo de por sí, y está protagonizado por un personaje realmente difícil. Grant Morrison, capaz de lo mejor y de lo peor aquí roza lo sublime.
El argumento, ya comentado hace dos posts, es soberbio, pero es que el desarrollo de la historia es increíble, lleno de maravillas y situaciones dignas del personaje. Imaginación en estado puro, con “devoradores de soles que comen soles en miniatura creados con un yunque cósmico de Nuevo Olimpo” o “supermédicos microscópicos kandorianos”, y una historia primorosamente contada, en la que todos los detalles son relevantes al final.
Los personajes son perfectos. La siempre curiosa Lois, el aventurero y más chulo que un ocho Jimmy, el gruñón Perry, y ese Luthor cuya motivación es la envidia y no la especulación inmobiliaria, sin que falte el científico aliado, sustituyendo al soso profesor Hamilton por Leo Quintum, el Beckham de los científicos tebeeros.
Morrison es mejor cuando se contiene. Quizás las parte más floja sea la de Mundo Bizarro pero es que el concepto es uno de los más limitados de la mitología de Superman, y se agota en el segundo e irritante diálogo. Quizás por ello Morrison introduce a Zibarro, el bizarro de Mundo Bizarro, en un giro de tuerca que debería mandar el concepto a dormir una buena temporada.
Y no me quiero ni puedo olvidar de, probablemente, mi dibujante favorito de los últimos años, el inmenso Frank Quitely, cada vez más influenciado por Moebius y narrando como nadie en el panorama actual. Pocos dibujantes de los que puedas decir que cada viñeta es la mejor posible en cuanto a encuadre y composición sin obviar que forma parte de una narración. Quitely le da a cada personaje su expresión y su personalidad. Basta ver esa portada en la que Superman vigila Metrópolis siendo consciente de que es observado por el lector al que dedica una sonrisa. Grande, grande, grande.
Morrison y Quitely no inventan nada. Todo estaba allí, concretamente en la Edad de Plata. Había que saber cogerlo y no hacerlo actual, sino intemporal, demostrando en 12 increíbles números lo grande que es este personaje. Tanto es así que en el soberbio 10º capítulo, vemos como en un mundo sin Superman dos chicos de Cleveland inventan a Superman. Porque siempre, de una manera u otra, debe de haber un Superman.
La edición de Planeta hace honor al contenido. 20 euros por este tomo es una ganga. ¿Pegas? Siempre las hay: en lugar de la portada del nº 6 han repetido la del nº 2. Pero venga, va, cortesía de ¡Yo Digo NO! ahí la lleváis.
Ale, y ahora os toca a vosotros decir “pues no es para tanto”.
5 comentarios:
Pues no. Tienes toda la razón. Luz que atraviesa al era oscura de los superhéroes.
Joder, todo el mundo hablando genialidades de este tomo, ¡ale! ya estoy convencido, este marvelita se va a comprar el tocho de Superman.
Que pena que la linea All Star duro ná O_o ¿pa que me sacas una linea editorial de la cual no va a salir namas que dos tomos (COF!! MARVEL POKET COFF!!)?
De "no es para tanto" nada: es para más. Seguí este tebeo bimestre a bimestre (iba a decir "mes a mes", pero luego me acordé de la lentitud de Quitely) y me maravillé con cada detalle, cada idea, cada historia. Los números de los Bizarros son los más flojos, los únicos en los que las ideas se le desbordan a Morrison, y aun así el hallazgo de Zibarro es otra pequeña genialidad.
Pero números como el de Lex Luthor, o sobre todo, el MAGISTRAL número 10 (el del "testamento"), captan a la perfección la esencia de un personaje que, sí señores, puede escribirse siendo lo que es: el espejo sin deformar de los mejores sueños de la humanidad.
Resulta curioso que, tratándose de una obra supuestamente ubicada en un universo alternativo, sea perfectamente posible reconciliarla con el resto de ocasiones en las que Morrison ha escrito al personaje: sus primeras apariciones en Animal Man y la Doom Patrol, su entretenida etapa en la JLA, la demencial Final Crisis y, como culmen, el cierre de todo el ciclo vital del kryptoniano en la desopilante DC One Million. Una visión que salta universos.
este sí que es "EL PUÑETERO SUPERMAN", jajajajajajaja - anda y que te den clases Frank Miller.
Pues no la he leído (aún), pero me alegra leer una crítica de algo que no sea cínica y que ilusione. Muchas gracias
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