La versión auténtica es que los tebeos de DC en los ochenta no vendían una mierda. Y no por el lío de las tierras infinitas, sino porque la mayoría de los autores de DC tenían un estilo ya había pasado de moda en los setenta, como Curt Swan, Carmine Infantino, Elliot S! Maggin, E. Nelson Bridwell o Marty Pasko mientras que en Marvel tenían a John Byrne, Chris Claremont, Frank Miller o Walt Simonson. Batman, Wonder Woman o la Liga de la Justicia no soportaban la comparación con la Patrulla-X, Daredevil o los Vengadores.
La única serie que iba bien comercialmente era The New Teen Titans, muy al estilo de Uncanny X-Men y creada por dos ex de Marvel, Marv Wolfman y George Pérez, a los que en un movimiento lógico, les encargaron CETI con el fin de llamar la atención sobre DC y, de paso, permitir la total renovación de sus personajes.
En CETI el villano Antimonitor destruía los Universos y los reemplazaba por su Universo de Antimateria. Su plan definitivo consistía en ir al propio origen del Multiverso y sabotearlo. La épica (pero épica, eh) lucha dio lugar a un nuevo y único Universo, valga la redundancia, que se regiría por las siguientes reglas:
Regla 1: Los únicos que recordarían el Multiverso serían los héroes presentes en el Alba del Tiempo.
Regla 2:. Sólo podía quedar un personaje con el mismo “nombre de guerra” y personalidad secreta. Es decir, un solo Superman/Clark Kent. Sí podían coexistir un Green Lantern/Alan Scott y un Green Lantern/Hal Jordan.
Los números 11 y 12 de CETI presentaban el nuevo Universo DC en el que, cáspita, había héroes duplicados: dos Superman, dos Green Arrow, dos Robin,... y alguna incongruencia como una Cazadora/Helena Wayne que en el nuevo Universo DC no podía ser hija de Batman. La regla 1 se cumplía: sólo recordaban a las versiones de la antigua Tierra 2 los héroes del Alba del Tiempo. Y la regla 2 se hizo cumplir porque en la subsiguiente lucha final con el Antimonitor, mira tú por donde, morían los héroes duplicados de Tierra 2. Qué casualidad, oye. Ejem.
CETI fue un éxito de crítica y público y puso al Universo DC delante de los lectores. Pero esto hubiese quedado en nada si DC no hubiera contratado a algunos de los mejores autores de Marvel para revitalizar a sus personajes: John Byrne en Superman, y Frank Miller en Batman le dieron gasolina a estos personajes para un cuarto de siglo. Y George Pérez en Wonder Woman y Giffen/De Matteis en Justice League crearon auténticas obras maestras y auparon a DC sobre Marvel durante varios años.
Estos mismos autores en el Multiverso DC hubiesen tenido el mismo éxito, seguro, pero DC decidió darles carta blanca y la oportunidad de recrear a los personajes.
Y ahí empezaron los problemas.
Continúa el miércoles.