Salí con Iron Man, la película, con el mismo "sí, pero" de Batman Begins.
Ah, sí, spoilers y todo eso.
Pero de verdad, eh.
Si no la habéis visto no sigáis. Y quedaos hasta el final de los créditos, que hay un detalle genialmente friki.
Vale.
La primera película de un superhéroe es siempre la historia del origen. Es obligatorio. Y en este caso el origen es un caramelo para un guionista. Lo que Stan Lee inventó hace cuarenta y pico años lo cortas y lo pegas en Afganistán y funciona de maravilla. Las historias de redención siempre han funcionado muy bien entre el público y si encima está relacionada con la situación política actual y le pega un palito a la industria militar, el mensaje cala aún mejor. Además, el reparto es una maravilla. Todos, especialmente Robert Downey Jr., están espléndidos. Los guionistas hasta se preocupan de que los escoltas de Stark te caigan bien para, ñaca, al instante cargárselos en el ataque al convoy militar.
Durante más de la mitad de la película mi sonrisa alcanzaba los lóbulos de las orejas,... hasta que se reveló el plan del villano.
En principio hay dos villanos, el brutal y el sutil. El primero es un trasunto talibán de el Mandarín (su organización se llama Los 10 Anillos y le vemos juguetear con uno muy gordo que lleva) y secuestra a Stark para que le fabrique armas. De hecho, usa armas de Stark para capturar a Stark. Bonita ironía. Gran metáfora. Este es el momento en el que el guionista cruza los dedos: si el público se traga esto, la película sigue adelante. Porque ¿qué hace Stark en la cueva en la que lo encierran? ¿Una radio para avisar al ejército americano? ¿Un GPS para señalar su posición? No. Una armadura. Bueno, vale, va. Si no, no hay peli. Además inventan el tema de las cámaras de vigilancia para justificar que los talibanes no entren todo el rato a curiosear. De acuerdo. Nos lo tragamos. Aunque ven cosas raras y aún así no entran. Y cuando entran, no se dan cuenta de nada. Con talibanes tan tontos lo normal es lo que pasa, que Stark escapa sano, salvo y con una nueva visión del mundo.
Obadiah Stane promete mucho desde el principio. Lo ves a la sombra de los Stark, padre e hijo, y no está a gusto. No tiene el talento ni la fama de ambos, pero les ha dirigido la empresa. Mientras Tony inventa, bebe y folla, Stane lleva el negocio. Legal e ilegalmente, porque vende armas a terroristas. Real como la vida misma. Y, ¿que hace Obadiah? Tanto es su resentimiento que, luego descubres, había pagado a los talibanes para que mataran a Tony, aunque los terroristas deciden que prefieren a Tony vivo para que les haga las armas sin tener que pagar. Los terroristas son listos. Pero Stane es gilipollas. Porque Tony vivo, inventando, y distraido de los negocios por el whisky y las top models es un seguro para que él siga amasando dinero y poder. A la sombra. Como los villanos de verdad. Como Roca en Marbella. Pero no, Stane tenía que estar detrás de todo desde el principio. A los guonistas les enseñan que las casualidades no son buenas para la historia, que tiene que haber causa y efecto, pero a veces se pasan inventando relaciones innecesarias. Porque, encima, a pesar de que intentaron traicionarle, Stane siguió dándoles armas a los terroristas.
Total, que Stark se libera tras descubrir lo que hacen las armas que inventa y decide desmontar el chiringuito militarista. Y es ahí cuando Stane debería encabronarse. Ahí cuando debería intentar eliminar a Stark. De hecho, promueve una acción legal para declarar loco a Stark. ¡Muy bien! ¡Eso es lo que hacen los villanos de verdad! Si la película hubiera ido por ese camino hubiera estado genial. Pero no. Se habían enrollado tanto con el origen que les entra la bulla y la solución fácil es que Stane haga una armadura aún más gorda, se meta dentro, suelte frases chorras de villano chorra y se líe a mamporros con Iron Man. Es decir, estropean a lo que podría haber sido un maravilloso villano.
Y sí, vale, claro que hay que hacer una pelea, pero ¿y si los talibanes se apañaron para reactivar la tecnología que Stark dejó en el desierto? ¿Y si le piden ayuda a los chinos, a los coreanos, a los iraníes...? Demonios, ¿y si es el propio Stane el que les proporciona la armadura? ¿Os imagináis un ataque a Los Ángeles organizado por decenas de terroristas con armadura? Vale, hubiera sido muy caro, pero el seudo Mandarín con armadura tampoco hubiera estado mal. Había alternativas. Y cogieron la fácil y la ilógica. Como siempre.
Al igual que en Batman Begins, el desarrollo del protagonista es magnífico pero la amenaza a la que se tiene que enfrentar es un pegote mal puesto. Y como el final es lo que importa, no sales tan contento como debieras.
Marvel ha hecho la mejor adaptación al cine de uno de sus personajes, pero no ha hecho la mejor película de uno de sus personajes. No es mala, claro que no, pero podría haber sido magistral. A ver si en la segura secuela lo mejoran. Pronóstico: Stark borracho, una novia espía industrial para Tony, y el Mandarín.