domingo, 3 de marzo de 2013

EN BUSCA DE LA DIGNIDAD: CÓMO LE LLAMAMOS AL NIÑO

Uno de los problemas de nuestro amado medio-arte en su percepción social ha sido siempre su nombre. Es lo que tiene haber nacido a finales del siglo XIX, cuando todas las palabras chulas ya estaban pilladas. Tío, que la música es el "arte de las musas". ¡Supera eso! Si el comic lo hubieran inventado los griegos, otro gallo nos cantaría. De hecho, ellos, y otros muchos artistas antes y después que ellos, contaron historias de manera gráfica pero no se daban cuenta de que estaban haciendo algo distinto a la pintura o la escultura.

El problema del nombre es universal. Si le llamas comic, lo haces porque los primeros publicados en EEUU eran de temática cómica. Si lo llamas bande dessinée o banda desenhada haces referencia a una de las maneras de ser presentado, las tiras de prensa. Fumetti es curioso porque es el nombre que dan lo italianos a los globos o bocadillos, siendo este elemento, el hecho de poner el texto en un globito que apunta al personaje, el hecho que los expertos e historiadores señalan como crucial en el nacimiento del comic tal y como lo entendemos. Y qué decir, del manga, traducible como "dibujos caprichosos" o "garabatos".

En España no lo tenemos mejor.  Historieta tiene un sufijo ciertamente peyorativo. Tebeo proviene de la conocida revista humorística-infantil TBO, que es como llamar danones a los yogures. Cómic es el típico anglicismo triunfante que se soluciona con la tilde de rigor, como en córner.

En mi casa no los llamábamos de ninguna de estas maneras, sino como "cuentos". Hasta que un día, en Carmona, visitando a mi tío Paco, el niño gafotas, gordito y cabezón que era yo se paró ante un quiosco (también llamado "carrillo" por estos lares) y pidió un cuento. Y me dieron esto. Exactamente esto.

Benji y Oliver versión tardo-franquista.
Lo que yo quería era un Spiderman de Verttice en el que se peleaba con el Hombre Ígneo. O sea, como me dijo el simpático (no lo era) quiosquero, un "tebeo de Spiderman". Pues tebeos desde entonces.

En todo caso, en todos los casos e idiomas, se toman partes por el todo y se funden y confunden contenidos y continentes, el arte con sus obras.

Y no es que sea un caso único. Su mellizo el Cine también tiene su larga historia de nombres poco satisfactorios. Cine viene de cinematógrafo, que es la máquina que inventaron los Lumière, que sí se apañaron para buscar un nombre molón griego. Película o film hace referencia al material mediante el cual se proyectan (o casi mejor, proyectaban) las obras cinematográficas. Y si te pones pedante, cómo no utilizar la palabra celuloide, el material que no se usa desde los años 40 porque arde fácilmente, como pudimos comprobar en Cinema Paradiso . Y no podemos olvidar movie porque se mueven o pictures porque son imágenes (en movimiento).

Y sin embargo la percepción social del cine ha sido siempre mejor que la del cómic, aunque haya producido obras tan horribles o más que cualquier tebeo. A lo mejor, porque como decía Hugo Pratt, los tebeos son "el cine de los pobres". Una mentira como otra cualquiera, salvo que te refieras a que se pueden producir historias con medios mucho más limitados y baratos que los que utiliza el cine, que entonces vale, la compro.

"Los nombres tienen poder" es uno de los lemas de Neil Gaiman, y tiene razón. En nuestro caso los nombres han servido para perpetuar el estigma de infantilismo y "para tontos e iletrados" que ha tenido nuestro medio, que se expresa en lugares comunes tan estúpidos como que "los tebeos son un buen inicio para la lectura". De hecho, lo estúpido es hacer coincidir "infantil" con "tonto", pero eso es otra historia.

En fin, que en esas llevamos un siglo, acomplejados por nuestra propia irrelevancia, por no poder conseguir una denominación que nos eleve al Olimpo de las Artes. Hasta que alguien dio con las palabras mágicas. Hasta que alguien acuñó...

LA NOVELA GRÁFICA.

Behold the graphic novel!

Continuará.


8 comentarios:

Bac Hylon dijo...

Diosss, ese Ricardito futbolista haría las delicias de un ministro de educación actual... ¡qué planta, qué porte, qué rizos! :D

Cuando comencé el traslado de trastos y bienes a mi hogar, recién casado, mi padre todavía me preguntaba si me iba a llevar todos esos "cuentecitos" para dejarle el espacio libre :)

No es fácil dar un un nombre, no :D

Hombre de Trapo dijo...

El eterno problema de la nomenclatura. 'Tebeo', 'cómic', 'historieta', hasta los más rimbombantes y poco prácticos 'narración gráfica', 'arte secuencial', etc... Cada uno de estos términos presenta admiradores y detractores, puesto que ninguno de ellos termina de satisfacer plenamente la necesidad de una palabra breve que sea al mismo tiempo descriptiva y que no contenga matices peyorativos, para una forma de arte híbrida que resulta por tanto muy difícil de describir. Problema que, como muy bien has expuesto tú, es internacional, y no exclusivo de la lengua española.

Es en la naturaleza híbrida del cómic (que aúna texto más dibujo, o lo que es lo mismo, dos artes preexistentes como la literatura y la pintura) y no tanto en su origen como medio de masas dirigido a un público infantil, en donde reside el problema, creo yo. Cierto es que mucha gente sigue confundiendo continente con contenido (y por tanto, un medio como el cómic con un género como el infantil), lo cual constituye sin duda un problema para el reconocimiento social del cómic. Pero creo sinceramente que el término Novela Gráfica acuñado por Will Eisner en pos de la respetabilidad del medio no ha hecho más que añadir confusión adicional al peliagudo problema de la nomenclatura.

En primer lugar porque hay mucha gente que considera que el cómic, como arte gráfica, tiene mucho más que ver con el cine -otro arte híbrido- que con la literatura (como Frank Miller, gran defensor de esta corriente de pensamiento). ¿Por qué llamar al cómic Novela Gráfica y no Película Dibujada, por ejemplo?

Y en segundo lugar, porque hay mucha gente que confunde el término con el formato de publicación. Es decir, para muchas personas una Novela Gráfica es un tomo de lujo en tapa dura, independientemente de su contenido, lo cual es un error. El último tomo en tapa dura que recopila la etapa de tal o cual autor en una determinada serie nunca podrá ser una novela gráfica. Es simplemente un recopilatorio (de lujo) de una serie de grapas, concebidas como serie abierta, sin final a la vista. Para que una historia sea una Novela Gráfica debe estar concebida como tal desde el principio, es decir, para ser una historia autocontenida e independiente, con principio y final.

O para resumir, 'Contrato con Dios' es una Novela Gráfica, independientemente de su formato de publicación (en rústica, en tapa dura o en grapa), mientras que 'La Guerra Kree-Skrull' de los Vengadores nunca lo será (por muy lujosa que sea su edición).

Hombre de Trapo dijo...

El problema es que el cómic, consciente y acomplejado por su propia mala imagen social, siempre ha intentado asociar su nombre al de otras artes en principio más 'respetables'. Unas corrientes han intentado emparejarlo con la literatura (como Eisner) y otras con el cine (como Miller). Cuando lo cierto es que el cómic no necesita ni a una ni a otra para existir. El cómic es grande por sí mismo.

Por eso me cabrea tanto que muchos fans digan que el cómic ha empezado a ganarse el respeto social en los últimos años, con la oleada de adaptaciones cinematográficas de superhéroes. Ninguna de ellas (independientemente de su calidad cinematográfica) es mejor que sus homónimos en papel. El cómic no necesita para nada al cine. ¿Acaso ha mejorado en algo la adaptación de Watchmen al original?

Supongo que el reconocimiento del cómic como un arte por derecho propio vendrá con el paso de los años, conforme aumente la concienciación global de la gente. El propio cine (ya desde el kinetoscopio de Edison y Dickson, previo al cinematógrafo de los Lumière) empezó siendo poco más que una atracción de feria, menospreciado por los dramaturgos serios, consagrados al teatro. Aunque claro, habiendo nacido tanto el cine como el cómic prácticamente a la par, a finales del siglo XIX, hay que reconocer que a ellos les ha cundido bastante más que a nosotros en cuanto a reconocimiento artístico y social.

En resumidas cuentas, me da igual cómo se llame. Si alguien es tan cretino como para no considerar maravillas como 'El Príncipe Valiente' de Foster, 'El teniente Blueberry' de Giraud o 'Los 4 Fantásticos' de Kirby (por poner tres ejemplos al azar) obras de arte, entonces es su problema. Única y exclusivamente.

Saludos. :)

Hombre de Trapo dijo...

Y por cierto, hace mucho que el cómic dejó de ser el cine de los pobres. Con los precios actuales, sólo los magnates rusos y los snobs pueden permitirse el lujo de comprar tebeos con regularidad.

He dicho.

José Enrique Machuca dijo...

Contente, Hombre de Trapo, que me estás spoileando los próximos posts ;-D

Álvaro Pons dijo...

Pues me vais a permitir que discrepe en algo que, creo, está también en el origen de esta discusión: la supuesta naturaleza híbrida del cómic. Acepto que yo mismo lo identificaba como tal, pero cada vez más tengo claro que no existe tal naturaleza híbrida en el cómic y que es precisamente esa identificación la que causa problemas. Me explico: el cómic no nace de la unión de palabra y dibujo, sino como evolución de la narración gráfica. El cómic es una forma de narración gráfica que no precisa de textos, que los ha incorporado como un recurso narrativo más que impulsa y favorece esa naturaleza de medio de comunicación, pero que no lo incorpora como base de su nacimiento, sino como estructura que lo potencia. Si asumimos que el cómic es una forma derivada de la narrativa gráfica, que como lenguaje hunde sus raíces en toda forma de narrativa gráfica secuencial (desde la columna trajana a códices medievales), pero que toma forma definitiva con los códigos que establece Topffer y como medio en la prensa americana de finales del XIX, se ve que esa supuesta colisión con la literatura o pintura como artes precios no existe. De hecho, la narrativa gráfica es anterior a la escrita (las letras no dejan de ser una evolución codificada de la narrativa gráfica), tan sólo posterior a la oral.
El problema de la denominación es exclusivamente derivado de los intentos continuos de validar una consideración social perdida. El cómic de Topffer ya estaba dirigido (como las planchas de Hogarth) hacia el lector adulto, como lo estuvo una buena parte del cómic de prensa de los años 30 y 40, pero hay un momento en que, social y culturamente es relegado de forma unánime al ámbito infantil. Y es ahí donde comienza todo: el intento denonado de separse de ese estigam de infantilización. Todos los intentos de denominación buscaban eso: desde cómic en los 70 en españa (en contraposición a tebeo), a comix, literatura dibujada (en Francia muy habitual), arte secuencial y, posiblemente, el que se ha llevado el gato al agua: Novela Gráfica. Un concepto que ya ha trascendido el ámbito de lo teórico y que ya va mucho más allá de lo que se quiera definir o lo que pensemos:socialmente se identifica la novela gráfica con un cómic dirigido a adultos con un formato definido (que hace que los tomos sean ya Novelas Gráficas, como vemos en prensa e incluso en los distribuidores y los propios lectores no habituales, que identifican las "novelas gráficas de Walking Dead"). Y esas asunciones sociales nos gustarán o no, pero son tan potentes como las que en su día asumieron "tebeo" como "infantil".
Es evidente que la denominación, para los que somos aficionados, es indiferente y sin sentido. Pero las palabras nunca son neutrales y van cargadas de fuerza. Y es innegable, por ejemplo, que la denominación "novela gráfica" ha trascendido y ha conseguido que el tebeo sea visto por ciertos sectores sociales y culturales de manera completamente distinta, consiguiendo romper el estigma de infantilización que ha llevado siempre. Otra cosa es qué es cómic o novela gráfica. Podemos hacer definiciiones más o menos acertadas según lo definamos como lenguaje, como medio de comunicación o como forma cultural popular. Pero al final, será la sociedad la que establezca esa denominación como estándar por su uso...

Hombre de Trapo dijo...

Lo siento, José Enrique, soy un bocachancla, lo admito. ¡Pero la culpa es tuya por poner un tema de debate tan interesante! XD

Y leyendo de nuevo a Álvaro Pons uno se da cuenta de lo mucho que echa de menos la Cárcel de Papel. Sopesar sus opiniones siempre es un auténtico placer.

José Enrique Machuca dijo...

No, no, si me encanta tal interés. Lo mismo que me siento muy honrado de que Álvaro se haya pasado por aquí y nos haya hecho añorar La Cárcel de Papel. ¡Gracias, maestro!