Fue la noticia yanqui del año. Es
decir, objetivo cumplido. La maniobra de DC para llamar la atención sobre su
mortecina línea editorial dio que hablar y mucho. Que no fuera para bien es lo
de menos. En los tres primeros meses las ventas han acompañado y lo mejor es
que no a costa de otras editoriales, sino por viejos/nuevos lectores que han
acudido a las librerías. El globo acabará por pincharse.
Y es lógico: todo intento
artificial de crear/recrear un Universo se desinfla más pronto que tarde. Como
señuelo está bien, pero si no ofreces buen material de manera continuada el
público te abandonará. Y poca diferencia hay entre la calidad del Universo DC
preNew52 y el actual. Sobre todo porque todas las series, salvo excepciones,
están basadas en la misma y reiterativa fórmula: falsos cliffhangers e
hipersexualización de los personajes.
Tuve la paciencia y el humor de
leerme todos los números 1 y en un par de ellos se producía una fuga de Arkham (no
sabemos si la misma o distintas) que Batman abortaba con el meñique, otro par
de ellos acababan con Dick Grayson acusado de distintos crímenes, y una buena
docena con la presunta muerte de un personaje o bien con la visión de un
futuro apocalíptico. Sin olvidar las sonrojantes caracterizaciones de Catwoman
o Starfire.
Lo peor es que el concepto es
mentira. De New nada. Es repetir, acentuando los errores, la media docena de
reboots que ha tenido la editorial en 25 años. Con series que sí parecen
empezar de cero, como Superman, Wonder Woman
y JLA y otras que continúan hasta el más mínimo detalle las series
anteriores, como Batman o Green Lantern. Unas y otras dependen de lo mucho o lo
poco que se parecen a las series pre Flashpoint. Y esa no es manera de atraer
nuevos lectores. Es fruto del miedo a perder al lector de toda la vida. Es un
lío mal llevado. Una Didiada en toda regla.
Como no podía ser de otra manera,
entre las 52 series las hay buenas, regulares y malas. Como antes de la
horrenda miniserie Flashpoint. Entre las buenas, el Action Comics de Morrison,
el Batman de Snyder, Animal Man, I Vampire, Batwoman, Demon Knights o Superboy.
Interesantes, por lo distinto como Frankenstein Agent of S.H.A.D.E., Justice
League Dark o el mismo Omac de Didio y Giffen que ha sido, castigo divino, la
de peores ventas. Y directamente horribles como Voodoo, Red Hood and The
Outlaws, Blue Beetle, Hawk and Dove, Firestorm, Captain Atom, Grifter, Static
Shock, las ¡dos! series de la Legión de Superhéroes, Deathstroke, Blue Beetle o
Batwing. Y el resto, indiferentes.
Es decir, nada que no hubiera
antes. Didio para hoy y hambre para mañana. Todos esperamos a ver cuál es la
siguiente ocurrencia. Porque tendrá que haber siguiente. El New52 nació con
fecha de caducidad. O caduco, directamente. Porque tener a Bob Harras de Editor
y contar con autores que brillaron en los 90 (y todos recordamos cómo fueron
los 90) no es el camino.
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