Resulta muy difícil maridar la subjetividad del gusto con
la objetividad del hecho. Una película, novela o libro te puede gustar mucho,
poco o nada, y tras ese gusto hay razones. Cuando estas son ética, estéticas o
emocionales es tan difícil explicarlas como rebatirlas, así que muchas veces echamos
manos al hecho objetivo, a la búsqueda del fallo en la estructura narrativa, a
lo que se conoce como agujeros de guion.
Y sí, una película puede estar tan mal escrita, tan llena
de inconsistencias, que te produce repulsa desde el primer momento. La cosa es
que, a cuenta de las dos friki-películas más controvertidas del último año,
esto es El despertar de la Fuerza y Batman v Superman, nos hemos encontrado con
análisis que se han quedado con los fallos de guion sin ir más allá en los
aspectos éticos, estéticos o emocionales de lugares comunes como “esto es una
copia sin alma” o “Batman no mata y Superman debe ser brillante”. Lugares comunes, por otra parte fácilmente
rebatibles en cuanto se basan en la visión/versión del que utiliza tales
argumentos que piensa que es la única buena y verdadera probablemente porque es
aquella en la que se ha criado, sin dar opción a otra visión distinta.
Pero no me quiero desviar. El agujero de guion es una parte
del argumento que contradice la lógica de la película y del universo construido
alrededor de ella. Lo deseable es que tales agujeros no existan, pero de ahí a
razonar que un agujero de guion invalida una película hay un abismo. Ejemplos:
Ciudadano Kane. La famosísima escena inicial.
Tras la muerte de Charles Foster Kane, un periodista
reconstruye la vida del multimillonario a partir de la búsqueda del significado
de la palabra Rosebud pronunciada en su lecho de muerte… en un susurro, sin
compañía y en una habitación cerrada. Y ahora explícame tú cómo se entera nadie
de lo que dijo y cómo eso desencadena la acción. Adiós,
mejor-película-de-la-historia-del-cine.
También hay fallos de guion que en sí mismos no contradicen
el argumento, pero sí la lógica del mundo en el que se mueve. En Daredevil hay
ninjas, y se acepta. En El Padrino no, pero lo parece.
Y si no, explícame tú cómo se mata un caballo de gran valor
sin que nadie se dé cuenta, caballo que sin duda estaba en un establo aledaño a
la mansión, decapitas al caballo, que no es moco de pavo, luego te metes en una mansión con la cabeza del caballo sin que
nadie se dé cuenta y cómo metes la cabeza dentro de las sábanas sin que el
durmiente se dé cuenta. Y sin que pierda toda la sangre por el camino, ya
puestos. Ya te vale, según-otros-la-mejor-película-de-la-historia-del-cine.
Acabo de putear dos de mis películas favoritas, que,
obviamente, no se resienten ni pierden su grandeza por tales fallos… caso de
que lo sean. Si alguien tiene una explicación, ojocuidado, sacada del mismo
contexto de la película, bienvenido sea de compartirla.
En los años 60, cuando
el universo Marvel empezó a tener tal complejidad que los agujeros de guion
empezaron a aparecer Stan Lee se inventó los “No Premios”. Se desafiaba al lector
a encontrar los fallos del guion y a encontrarles una explicación coherente con
el contexto del comic donde aparece. Siguiendo este razonamiento un verdadero
agujero de guion sería el fallo sin explicación posible más allá de cualquier
duda razonable.
La cosa es que la mayoría de los supuestos agujeros de
guion que leo por ahí parecen fruto de tres factores:
- El escudriñador de fallos no se ha enterado de lo que ha visto y escribe su artículo tras un primer visionado de la película demostrando bastante poca retentiva visual y argumental.
- El escudriñador de fallos carece de la más mínima capacidad de deducción o lógica que le permitiría rellenar el agujero.
- El escudriñador de fallos se basa en lo que le gustaría que fuera la película, pero no en lo que es.
El punto 3 se agrava cuando el escudriñador dice amar y
saber cómo es la esencia del universo de ficción donde se desarrolla la obra,
pero no se da cuenta de que aquello que dice amar tiene tantos o más fallos de
guion que lo que critica. En el caso del Episodio VII esto ha sido sangrante. Y
también risible. Uno de los epítomes ha sido este artículo de Huffington Post traducido aquí donde un tal Seth Abramson que se presenta como abogado, profesor asistente en
la Universidad de New Hampshire, poeta, y editor del libro Best AmericanExperimental Writing analiza no uno, ni dos, ni tres sino cuarenta fallos de guion, cuarenta.
Una película con tantos agujeros de guion no sería
disfrutable en absoluto porque las inconsistencias serían tantas que,
directamente, echarían al espectador. Sin embargo el Episodio VII, histéricos
aparte, ha sido muy bien valorado por el público. Esto debería ser señal
inequívoca de que los agujeros no son tales y en efecto, el autor recibió tal
cantidad de rectificaciones que publicó otro artículo en el
que aunque reconocía algunos de sus errores, no sólo la enmendaba sino que
añadía ¡otros 20 fallos!
En los próximos días vamos a tomar el artículo en cuestión
y lo vamos a analizar punto a punto en una serie de posts. No fue éste el
único artículo en este sentido. Mi “amada” Jotdown publicó uno similar en el
que Cristian Campos se quedaba en treinta agujeros, pero lo hacía con tal falta
de respeto hacia el elenco de la película, el espectador y el propio lector que
convertía su artículo en la misma mierda infecta que suele escribir y que no
merece ni el beneficio del link. Así que ni caso. Al menos Abramson es respetuoso
y razona. Mal, pero razona.
Seguimos en un par de días.
Y yo estaré ahí para leerlo.
ResponderEliminarGracias, majo. Eso sí, me temo que cuando vayas por el "agujero" 27 saldrás huyendo, jajajjaa.
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