martes, 5 de marzo de 2013

EN BUSCA DE LA DIGNIDAD: LOS SETENTA Y OCHENTA, QUE DAÑO HICIERON.

Soy habitual consumidor de libros de historia y estudios sobre el cómic, y a las pruebas me remito.

Tengo más, pero eso me pasa por comprar una Billy de las estrechas en el Ikea.

En los años 70 y 80 hubo un boom de estudios sobre el cómic, uno de cuyos orígenes los tenemos en las revistas Cuto (1967) de Luis Gasca y Bang (1968) de Antonio Martín, alrededor de los cuales creció una plétora de críticos y estudiosos entre los que tenemos nombres ilustres como los ya citados o Román Gubern, Jesús Cuadrado y Javier Coma.

Coma era un ente omnipresente. Su firma estaba por doquier. Cuando Novaro publicó un tomo de historietas de los años 50 de Superman, al rebufo del éxito de la película de 1978, fue Coma el que escribió el prólogo, un condescendiente compendio histórico en el que citaba como momento álgido del personaje su enfrentamiento con Muhammad Ali, una historia que leída hoy bascula entre lo ingenuo y lo aburrido. Aunque a mi perro le gustó bastante. Al menos el sabor de la portada.

Pero qué hijo de perra...

La intención de este grupo de críticos era tanto estudiar como "reivindicar" y "dignificar" el medio. También de repartir sellos de "arte" y "no arte" según su propio y arbitrario criterio. Una de las apoteosis de su labor fue el coleccionable Comics Clásicos y Modernos que publicó El País. La primera frase, que transcribo literalmente cursivas y todo, le retrata: "Al igual que el cine, el jazz o la novela negra, los comics constituyen un medio de expresión característico de nuestro tiempo". El cine, no la televisión. El jazz, no el pop ni el rock. La novela negra, no la novela de ciencia ficción. Liando medios y géneros en un batiburrillo infernal.

Pero mi momento favorito es el capítulo 14 titulado Con Resnais, reivindicación. Porque según Coma tuvo que llegar el cineasta Alain Resnais para que el cómic se reivindicara, ya que consiguió, junto a "personalidades como Umberto Eco, Federico Fellini, Marcel Brion (...) y un largo etcétera de intelectuales en el que se agolpaba la flor y nata de las críticas cinematográficas francesa e italiana [de las que surgió] la consideración de los comics como el noveno arte, en forma parecida a la previa cualificación del cine como el séptimo (la fotografía era el octavo)". Sí, amigos, tuvieron que llegar los críticos de cine italianos y franceses para salvarnos. Y gracias a que el cine y la fotografía ya habían sido considerados como arte, que si no, tampoco.

Pero bueno, qué esperas de una obra sobre cómics en la que John Steinbeck aparece nombrado tres veces y Osamu Tezuka o Jack Kirby ninguna. Pues eso, que es una puta mierda. Y punto.

Lo he guardado durante 25 años porque sabía que algún día lo podría poner a parir.

Durante décadas el estudio y difusión del cómic en España ha sido un continuo intento de sacudirse los complejos, poniéndose a la sombra de otras artes populares, dando un poco de penita y con cara de "fijaos en mí, también merezco vivir". Y lo hacía con un estilo alambicado y seudo intelectualoide heredero de la crítica cinematográfica más pedante heredera de Cahiers du Cinema, uno de los males que Francia ha propagado por el mundo. Otro han sido las monedas de 20 céntimos de euro. Por su culpa no son de 25, pero esa es otra historia.

Salvo para hincharse a escribir artículos en El País y en las revistas de Toutain, esta corriente crítica sirvió para poco, y desde luego nada para la auténtica difusión y popularización del tebeo y acabó volviendo al estudio del Cine y la novela negra.

Las nuevas generaciones de críticos, con Toni Guiral a la cabeza, han optado por un enfoque más historicista  y menos etiquetador, usando un estilo más sencillo y directo. Sin embargo el uso y abuso en prensa del término "novela gráfica" me retrotrae a la época que he descrito anteriormente. Parece que si es en forma de "novela gráfica" el producto es mejor y más digno. Y está surgiendo una corriente crítica y autoral que apunta en ese sentido.

Venga, va, otro Continuará.

6 comentarios:

Hombre de Trapo dijo...

- 'Sin embargo el uso y abuso en prensa del término "novela gráfica" me retrotrae a la época que he descrito anteriormente. Parece que si es en forma de "novela gráfica" el producto es mejor y más digno. Y está surgiendo una corriente crítica y autoral que apunta en ese sentido'.

Yo no creo que sea tanto una corriente crítica y autoral como una demanda de las propias editoriales de cómic. Son las propias editoriales españolas (léase Norma, Astiberri, Ediciones La Cúpula, EDT, SinSentido...) las que demandan a los jóvenes autores que comienzan a despuntar novelas gráficas como condición sine qua non para su publicación. ¿Por qué?

Primeramente por un tema de ditribución. Las grandes distribuidoras (o quizá debería decir 'la gran distribuidora', en singular) han comenzado a ganar terreno en las librerías generalistas y en las grandes superficies (Carrefour, Corte Inglés, Fnac...). La única condición que este tipo de establecimientos pone para que los cómics se expongan en sus estanterías es que sea en formato de Novela Gráfica (o lo que ellos entienden por Novela Gráfica, es decir, un tocho caro con tapa dura), negándose a vender grapas por ser un producto demasiado barato como para considerar su venta. Está claro que el margen de beneficios de un tomo es mucho mayor que el de una mísera grapa para este tipo de empresas.

En segundo lugar, por un tema de ajuste de tiradas. Todos sabemos como funcionan las imprentas y que, paradójicamente, cuantas más páginas contenga un tomo, más barata resulta su publicación (cosas de las leyes de la oferta y la demanda y la compraventa al por mayor). Una novela gráfica es más rentable desde el punto de vista del coste que una grapa, y por tanto a las editoriales les sale más a cuenta emitir una tirada corta (los proverbiales 1.000 ejemplares) de un tomo de 200 páginas que 10.000 de una grapa de 22 páginas.

Todo esto está acabando con el cómic como forma de arte popular. Si en los 90 fueron las editoriales quienes abandonaron la distribución en kioskos en favor de las librerías especializadas para ajustar tiradas (con lo perjudicial que fue este movimiento para la presencia social del cómic, normalizada anteriormente en los kioskos junto al resto de publicaciones periódicas, y no recluida en pequeños guettos especializados), ahora son también las propias editoriales quienes están acabando con el formato tradicional de publicación (la grapa) en favor del tomo.

Hay quien considera un triunfo poder comprar Watchmen o The Dark Knight Returns en la Fnac junto a ensayos de Kierkegaard o novelas de Tolstoi. Una especie de progreso, de revalorización del cómic como forma de arte 'seria'. Pero esto al mismo tiempo se está cobrando un precio muy alto. Cada vez más el cómic se está convirtiendo en un lujo, en un producto elitista destinado a gente con capacidad adquisitiva alta o muy alta. Está claro que el cómic ha abandonado el carácter de entretenimiento popular y asequible que tenía en sus comienzos para convertirse en otra cosa.

Hombre de Trapo dijo...

Esto supone también un problema para los jóvenes autores que empiezan a publicar. En los 70 y en los 80, con el boom del cómic adulto y las revistas, un autor joven podía ver publicada una historia corta de 8, 10 o 12 páginas en cualquiera de los magazines que poblaban los kioskos (El Víbora, Cairo, Cimoc, Totem, 1984, etc...) y vivir de ello, al mismo tiempo que se fogueaba y se curtía en el oficio, haciéndose un nombre. Posteriormente, con la desaparición de las revistas, en los 90 los autores tuvieron que adaptarse a las grapas de 22 páginas, ya fuera en historias autoconclusivas o en pequeñas miniseries de varios números.

Pero ahora, cuando un joven autor español se acerca a una editorial para ver si pueden publicarle su material, las editoriales se desmarcan pidiéndole novelas gráficas de 150, 200 o 250 páginas. No aceptan publicar historias de corta extensión. Un proyecto de estas características suele suponer un plazo de tiempo de al menos 1 año (si no más) para el autor. En la mayoría de casos no merece la pena el esfuerzo, porque el rendimiento económico que va a obtener de su novela (a no ser que sea un auténtico superventas) es ridículo, prácticamente nimio. Nadie quiere perder un año de su vida por nada.

Así que ser autor de cómic en España está muy complicado. O trabajas para el mercado americano o francés, o ya puedes olvidarte de vivir de tu trabajo. La mayoría de gente se dedica a otros empleos más lucrativos y dejan el cómic como un hobby, una afición secundaria con la que a lo sumo hacer un webcómic.

- Post Data: A mi me pasó lo mismo que a ti con Superman vs Muhammad Ali. Mi perra devoró por completo un ejemplar de 'Billy Holiday' de Muñoz y Sampayo.

Y no seas tan duro con la Nouvelle Vague y Cahiers du Cinéma (Truffaut, Godard y compañía), que no ha sido lo peor que nos han legado los franceses. Ahí tienes esa familia real que empieza por Bor y temina por bón...

José Enrique Machuca dijo...

En el post de mañana abundo en el tema. Coincido contigo en que la razón principal del auge de la novela gráfica es comercial, pero que hay un montón de autores y críticos que se están apuntando a la moda como si hubieran descubierto la pólvora.

José Enrique Machuca dijo...

Eso sí, el argumento del bajo precio como factor de popularización del comic no lo comparto. Ya no funciona así. Los videojuegos, la música, los dvd o bluray son mucho más caros, pero venden más y son mucho más populares. También hablo sobre eso en el próximo post.

Francisco Fernández dijo...

Me leo el post con un poco de retraso, shame on me:

Qué recuerdos de hace pero lustros. El dominio que ejerció ese hombre durante los ochenta visto hoy en día es la mar de curioso, sobre todo por su análisis en función del sentido ideológico de la obra o de su procedencia (americano en tira de prensa: bueno / americano de superhéroes: malo) Creo que al final se fue en busca de pastos más verdes, ¿no? Recuerdo verle un libro sobre cine negro.

También sería cosa de que alguien revisitara (yo no, que tengo mejores cosas que hacer;) el otro lado del establishment de los ochenta: los de la línea clara y su punto "modelno"

//\\ //\\ Ω Я /-\ ¶_ § dijo...

Los medios, son los medios. En España, el medio es la historieta y el formato el tebeo. Y ya está, pueden cambiarle el nombre y darle un lavado de imagen, pero la base será esa. Los medios de comunicación prefieren usar la palabra cómic, porque creen que así "desinfantilizan" el término tebeo, una gilipollez que les dio a algunos autores para desligarse de Bruguera y que la prensa sigue todavía.

Con la novela gráfica pasa igual, quieren colar los tebeos al publico que no es lector habitual de estos. De ahí el formato y los precios. Y los autores que se suben a esta ola es por cuestión de dinero o marketing. Pero mientras hagan buenas obras no hay problema. Este vienen cuando teorizan con sus pajas mentales y da como resultado cosas como el posthumor o la post novela gráfica.