Yo queriendo hacer post cortos y me salen temas largos. Que le vamos a hacer. Hay temas que lo piden. Vamos allá.
El 13 de diciembre de 1795 un meteorito cayó en la localidad de Wold Newton, Inglaterra. Esto es histórico.
Ese meteorito era radioactivo y afectó a los ocupantes de un carruaje que pasaba por allí. Entre los descendientes de esos viajeros estarían Tarzan, Doc Savage, Sherlock Holmes, Moriarty, Fu Manchu, Sam Spade, James Bond o Arsenio Lupin. Entre otros. Esto se lo inventó Philip José Farmer en sus dos libros Tarzan vive (1972) y Doc Savage: Su apocalíptica vida, (1973) dos “biografías” escritas por el recientemente fallecido autor, y lo llamó la “Familia Wold Newton”.
La idea de que todos estos personajes clásicos de autores tan diversos compartieron universo y aventuras nos es muy familiar a todos los que disfrutamos con La Liga de los Extraordinarios Caballeros y Planetary y tanto Alan Moore como Warren Ellis han reconocido lo mucho que le deben a la idea de Farmer. Curiosamente los que escriben sobre estas dos obras obvian este hecho.
Hay dos maneras de hacer este tipo de pastiches: tomar personajes tan antiguos que ya son de dominio público, como hizo Moore, o bien realizar versiones que, siendo reconocibles, se diferencien lo bastante como para que los dueños de los personajes originales no te busquen las cosquillas. Tanto una estrategia como otra necesitan asesoramiento legal, vayamos a puñetas. Black Dossier sigue inédita en España debido a problemas de copyright en Europa.
Recordatorio: una obra pasa al dominio público o bien a los 50 años de la muerte de su autor o bien a los 75 de su publicación, lo más beneficioso para los herederos o la empresa que detenta los derechos, aunque esta regla varía de país a país. En América las editoriales se han ido apañando para conseguir reformas legales que les permiten explotar indefinidamente los personajes creados por autores que, trabajando para la empresa, cedieron sus derechos contractualmente. Aún está por ver qué va a pasar con Superman a partir de 2013. (1938+75)
"Qué morro tienen las empresas o los herederos, aprovechándose del trabajo del pobre abuelo," pensarán algunos. Bueno, como el que hereda una casa o la herencia del tío que se fue a hacer las Américas. Y en estos casos la herencia es permanente. La propiedad intelectual tiene fecha de caducidad. La material no.
A costa de la inútil y lesiva Ley Sinde se está hablando mucho de la necesidad de cambiar el copyright y adaptarlo a los nuevos canales de comunicación, pero no se trata de eso. De lo que hay que hablar es de las nuevas maneras de que un autor intente ganarse la vida con su obra. Y, sobre todo, de evitar que alguien ajeno a la creación se lucre monetariamente de su trabajo. Que es, exactamente, el mismo derecho que tiene un albañil, un maestro o un frutero.
Pero a quien beneficia sobre todo el copyright es al consumidor de cultura. A ti y a mí.
Ejemplo: en un mundo sin copyright Arthur Conan Doyle crea a Sherlock Holmes en la novela Un Estudio en Escarlata y al día siguiente cualquiera podría escribir historias de Sherlock Holmes, de las cuales, siguiendo el aforismo, el 90% serían basura. En un mundo así Conan Doyle, y cualquiera, se abstendría muy mucho de crear nada. Porque su esfuerzo creativo sería depredado por cualquiera y porque su trabajo posterior sobre el personaje se perdería entre un marasmo de historias de Holmes.
Y, peor, no tendríamos a Hercules Poirot, ni a Joseph Rouletabille, ni. Tampoco a Batman, The Spirit, Spiderman… Todo serían historias de Superman.
Corolario: El copyright bien entendido no sirve para hacer rico a Alejandro Sanz. Sirve para hacerte feliz a ti.
El 13 de diciembre de 1795 un meteorito cayó en la localidad de Wold Newton, Inglaterra. Esto es histórico.
Ese meteorito era radioactivo y afectó a los ocupantes de un carruaje que pasaba por allí. Entre los descendientes de esos viajeros estarían Tarzan, Doc Savage, Sherlock Holmes, Moriarty, Fu Manchu, Sam Spade, James Bond o Arsenio Lupin. Entre otros. Esto se lo inventó Philip José Farmer en sus dos libros Tarzan vive (1972) y Doc Savage: Su apocalíptica vida, (1973) dos “biografías” escritas por el recientemente fallecido autor, y lo llamó la “Familia Wold Newton”.
La idea de que todos estos personajes clásicos de autores tan diversos compartieron universo y aventuras nos es muy familiar a todos los que disfrutamos con La Liga de los Extraordinarios Caballeros y Planetary y tanto Alan Moore como Warren Ellis han reconocido lo mucho que le deben a la idea de Farmer. Curiosamente los que escriben sobre estas dos obras obvian este hecho.
Hay dos maneras de hacer este tipo de pastiches: tomar personajes tan antiguos que ya son de dominio público, como hizo Moore, o bien realizar versiones que, siendo reconocibles, se diferencien lo bastante como para que los dueños de los personajes originales no te busquen las cosquillas. Tanto una estrategia como otra necesitan asesoramiento legal, vayamos a puñetas. Black Dossier sigue inédita en España debido a problemas de copyright en Europa.
Recordatorio: una obra pasa al dominio público o bien a los 50 años de la muerte de su autor o bien a los 75 de su publicación, lo más beneficioso para los herederos o la empresa que detenta los derechos, aunque esta regla varía de país a país. En América las editoriales se han ido apañando para conseguir reformas legales que les permiten explotar indefinidamente los personajes creados por autores que, trabajando para la empresa, cedieron sus derechos contractualmente. Aún está por ver qué va a pasar con Superman a partir de 2013. (1938+75)
"Qué morro tienen las empresas o los herederos, aprovechándose del trabajo del pobre abuelo," pensarán algunos. Bueno, como el que hereda una casa o la herencia del tío que se fue a hacer las Américas. Y en estos casos la herencia es permanente. La propiedad intelectual tiene fecha de caducidad. La material no.
A costa de la inútil y lesiva Ley Sinde se está hablando mucho de la necesidad de cambiar el copyright y adaptarlo a los nuevos canales de comunicación, pero no se trata de eso. De lo que hay que hablar es de las nuevas maneras de que un autor intente ganarse la vida con su obra. Y, sobre todo, de evitar que alguien ajeno a la creación se lucre monetariamente de su trabajo. Que es, exactamente, el mismo derecho que tiene un albañil, un maestro o un frutero.
Pero a quien beneficia sobre todo el copyright es al consumidor de cultura. A ti y a mí.
Ejemplo: en un mundo sin copyright Arthur Conan Doyle crea a Sherlock Holmes en la novela Un Estudio en Escarlata y al día siguiente cualquiera podría escribir historias de Sherlock Holmes, de las cuales, siguiendo el aforismo, el 90% serían basura. En un mundo así Conan Doyle, y cualquiera, se abstendría muy mucho de crear nada. Porque su esfuerzo creativo sería depredado por cualquiera y porque su trabajo posterior sobre el personaje se perdería entre un marasmo de historias de Holmes.
Y, peor, no tendríamos a Hercules Poirot, ni a Joseph Rouletabille, ni. Tampoco a Batman, The Spirit, Spiderman… Todo serían historias de Superman.
Corolario: El copyright bien entendido no sirve para hacer rico a Alejandro Sanz. Sirve para hacerte feliz a ti.
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