domingo, 30 de diciembre de 2012

MILLER, EL FACHA

Hace un mes Norma se atrevió a publicar el famoso e infame Holy Terror de Frank Miller, la obra que ha acabado de cimentar la fama de fascista que lleva años acompañando al autor. Hasta Klaus Janson, que lleva décadas peleado con él, le tildó de fascista hace dos años en Expocomic. Si unimos esto a las críticas contra los indignados del movimiento Occupy Wall Street y la subsiguiente polémica con Alan Moore, hasta los más escépticos tienen que admitir que sí, que Miller es un fascista.

Pues yo no lo admito.

Aunque hay que admitir que a esto no hay por dónde meterle mano.
Porque no digo que tras el 11-S Miller no haya radicalizado su postura (fue testigo directo del suceso desde su terraza de la Cocina del Infierno), ni que 300 o el mentado Holy Terror tengan, camuflada o abiertamente, ataques al integrismo musulmán (apúntame a eso a mí también) que rayan el ridículo, el fanatismo y la intolerancia (bórrame de eso), pero es que ser fascista es una cosa que Miller no es.

El fascismo ha quedado reducido al lugar donde metemos a los ultraderechistas de todo pelaje y condición. Pero el fascismo es una ideología concreta de un lugar y época concretos, la Italia de Mussolini, con derivaciones en Alemania y España. El fascismo cree en un estado nacionalista fuerte y controlador social y económicamente, apoyándose en las clases privilegiadas. 

Miller no cree en eso. Miller es el tío que escribe a Batman asaltando la fiesta de los ricos y poderosos de Gotham y les amenaza con privarles de sus privilegios en una memorable escena de Batman Año Uno, el Batman que se uniría a los indignados de Occupy. La pregunta es ¿dónde está ese Miller?

Apaga el flambeado, que se va a quemar, alma cántaro.
Desde nuestra condescendencia europea pensamos que en Estados Unidos sólo hay dos partidos: los Republicanos, que son de derechas, y los Demócratas, que son menos de derechas. Lo de "Republicanos" y "Demócratas" son etiquetas que no tienen que ver con la definición que le podemos dar en Europa. Aún más chocante resulta descubrir que el Partido Republicano fue fundado por Lincoln (sí, ese Lincoln) y otros antiesclavistas y que su color es el rojo o que el Partido Demócrata era el mayoritario en los Estados del Sur y que su color es el azul. El proceso por el cual intercambiaron sus ideologías y ocuparon el lugar del contrario es fascinante y lo culmina Franklin Delano Roosevelt.

Aunque totalmente minoritarios, hay más partidos en EEUU. Por haber, hay hasta un Partido Comunista. Y un Partido Libertario. O Liberal, si le preguntas a un europeo. De nuevo, las palabras tienen sentidos distintos según quién y dónde las pronuncie. El Partido Libertario es el tercero más votado en su país. Con más de un millón de votos, ha doblado los resultados del 2008. Su ideario es muy sencillo: Libertad ante todo.

Según los Libertarios el individuo es libre y nadie puede coartarle esa libertad: libertad de pensamiento, de religión, de propiedad, de iniciativa privada. Uno de los principios básicos es que el Estado debe tener una presencia mínima, ya que cualquier regulación coarta la libertad individual. Si nos vamos a temas concretos ¿qué contestaría un liberal?

¿Libertad religiosa? Claro, de creer o no creer en lo que quieras. ¿Libertad de movimientos? Por supuesto, incluyendo a la inmigración. ¿Libertad sexual? Legalizando la prostitución y permitiendo el matrimonio homosexual. ¿Libertad económica? Para ganar dinero y crear empresas. ¿Libertad para las drogas? Legalizando la venta y poniéndola al nivel de otro producto de consumo.

Vaya, que tíos los Libertarios estos, progresistas como ellos solos... 

¿Seguro? Seguimos:

¿Tenencia de armas? Libertad absoluta, nadie puede prohibirte tener un arma. ¿Impuestos? La propia palabra les repele, nadie te puede imponer nada, incluyendo dar parte del dinero que te has ganado. Esta parte le encanta a las empresas. ¿Documento Nacional de Identidad? Es un método de control estatal, así que no. ¿Seguridad Social y sanidad pública? Ni hablar. Nadie puede obligarte ni a dar dinero a ese sistema ni a unirte a él. ¿Atención a los necesitados? Descartado el apoyo estatal, tampoco creen en el altruismo, sino en que cada cual tiene lo que se busca, aunque no se oponen a la libertad de donar dinero a las causas que creas oportunas.  ¿Obras públicas? Claro que no, el Gobierno no puede gastar tu dinero en las carreteras o vías de tren, todo tiene que venir de la iniciativa privada...

Total, que ya no molan tanto. O sí, tú verás.

El libertarismo al final es otra utopía política, basada en el principio de que el hombre es responsable de sus actos. Además en su interior conviven sensibilidades de izquierdas y de derechas muy contradictorias. El siguiente esquema colocaría el libertarismo en contraposición con la derecha (conservadora), la izquierda (lo que ellos llaman liberalismo), el centralismo gubernamental, y el centrismo atendiendo a lo que piensas de las libertades individuales y las económicas.

El puntito rojo soy yo, según el test de la página web del Partido Libertario.

En muchos aspectos el libertarismo más extremo se confunde con el anarquismo (de hecho existe la etiqueta de anarcoliberalismo) pero, claro, también el anarquismo se puede entender de muchas maneras. Pero vamos, que si decís que Frank Miller y Alan Moore son anarquistas, os podéis quedar tan panchos, porque es verdad.

Y situados ya ideológicamente, ahora entendemos que Kingpin domine la ciudad desde un edificio corporativo que le permite dominar los entresijos políticos. Que en Ronin el gobierno haya sido sustituido por corporaciones tan corruptas o más. Que en The Dark Knight Returns aparezca una parodia tan brutal de Ronald Reagan y que Superman sea el símbolo del inútil y corrupto gobierno. Que en Elektra Assassin el Presidente de los EEUU sea un tarado. Que la primera miniserie de Martha Washington se llame Give Me Liberty y que el Gobierno sea el principal enemigo de la protagonista. Que en Sin City las prostitutas lo sean por voluntad propia y lleven su propio negocio sin ser explotadas por chulos ni policías corruptos. Que 300 sea la lucha de unos pocos contra una fuerza externa opresora...

Si a su ideología libertaria le añadimos el catolicismo con el que se crió (aunque ahora se defina como ateo), podemos entender sus héroes, que sufren, "mueren" y "resucitan", y que se sacrifican, si es necesario, por el bien ajeno (sobre todo si el bien ajeno es una tía buena, como en Sin City).

Y Miller no está solo en el mundillo del cómic. Un notable libertario es Steve Ditko, seguidor del objetivismo de la filósofa Ayn Rand, que plasmó en obras como Mr. A. O Peter Bagge (sí, ese Peter Bagge) es otro reconocido libertario, que se queja de que sus compañeros de profesión, liberales (progresistas) en su mayoría, sobre todo en el terreno del cómic independiente, le tilden de derechista, cuando, insiste, no se trata de eso.

Ni en su caso, ni en el de Miller. Por supuesto que podemos seguir maldiciéndole por los diez años de malos cómics que nos ha dado. Lamentarnos de que haya perdido el talento que nos maravilló. Cabrearnos por unas posiciones políticas derivadas del trauma del 11-S. Podemos hacer todo eso y más, pero llamarle fascista, como que no. Porque es otra cosa.