martes, 30 de marzo de 2010

LAS SERPIENTES CIEGAS

Este su cada vez más aperiódico blog tiene por costumbre leerse y reseñar la obra que gana el Premio Nacional del Comic. Así que, con retraso puntual, la reseña de Las Serpientes Ciegas.

Felipe Hernández Cava es uno de los grandes nombres del guión español, testigo y protagonista de la gran, aunque finalmente efímera, generación que dominó el tebeo español en la Transición, ya sabéis, la de los Giménez, Usero, Fernández, Sió, Beá,...

Por eso me chirrió el inicio de esta historieta, más propio de un guionista muy novato que de un veterano. Es decir, ves una viñeta con un paisaje Nueva York y un texto de apoyo con: "New York, 1939". En la siguiente viñeta otro texto de apoyo reza "Mientras en Europa está a punto de desatarse una guerra de imprevisibles consecuencias, yo acabo de llegar a Nueva York". Por si cabía la menor duda, el último texto de esa página nos reafirma: "Pero dicen que Nueva York es así en verano".

Algo te dice que esta historieta pasa en NuevaYork.

Bueno, en realidad pasa entre Nueva York y España. Unos escenarios, una época muy marcada por la Historia y por infinidad de películas y literatura negra. Y esto, que para algunos puede ser su gran virtud es, para mí, su gran defecto, el intento de meter a presión en la historia todos los tópicos posibles relacionados con este ambiente: los escenarios barriobajeros neoyorquinos, el Guernica, el comunismo en EEUU, la censura gubernbamental, la mítica revolucionaria bolchevique, la épica de las Brigadas Internacionales, las historias de detectives, la miliciana que se enrolla con el brigadista yanqui, las luchas entre las distintas facciones republicanas, la tortura como método de confesión, la desesperación del combatiente que se sabe perdedor, la brutalidad del enemigo fascista,la fascinación por el jazz del Savoy,...

El típico virus tópico se propaga en los textos: "Un hombre grita. Y cuyo dolor se transforma en una denuncia de todos los que prefieren la fuerza al argumento, la guerra a la paz, la aristocracia a la democracia. El grito de los débiles". Tópico y mal construido.

El argumento sobre el que se pegan todos estos elementos trata de un personaje A que persigue a un personaje B que persigue a un personaje C. Hay una muerte que vengar y una de las sorpresas de la historia es ver quien es el muerto. La otra sorpresa es que no sabes bien realmente por qué matan al muerto. Y luego hay un giro final cuando te enteras de lo que es realmente uno de los personajes, aunque esa resolución no pega ni con cola con el resto de la historia.

Me da que en esta ocasión se ha premiado más a la intención que al resultado, más a los ingredientes que al plato final. No se me puede olvidar uno de los ingredientes principales, el dibujo de Bartolomé Seguí, crudo y áspero, con un dominio de la iluminación realmente sobresaliente, aunque su tendencia a la caricatura no le hace ningún favor al batiburrillo de tópicos.

O sea que esta vez no me ha hecho muy feliz el Premio Nacional. Uno de tres tampoco está tan mal.

Y, por favor, que alguien me cuente por qué las serpientes estaban ciegas, que ya me lo he leido dos veces y no me he enterado.