domingo, 11 de octubre de 2009

MAELSTROMS

Mi vida es un maelstrom de nuevas responsabilidades, ocupaciones, proyectos, ilusiones y, también, alguna cosa desagradable que espero despachar pronto. De ahí que este vuestro blog haya estado en hiato una temporada y vaya a mantenerse en la irregularidad otro tiempo más. Por cierto que gracias a todos los que os habéis interesado. No os merezco.

Como todos sabéis, maelstrom es una palabra escandinava que designa un violento torbellino marino. Los vikingos lo incorporaron a sus leyendas y los guionistas americanos a los finales apocalípticos de sus sagas. Estoy pensando en Thunderbolts, donde no había saga que no acabara con el villano de turno (Gravitón, Piedra Lunar, algún trasto cósmico,…) creando a su alrededor un torbellino de energías que amenazaban con destruir el planeta cuando no la realidad misma.

La cosa es que el maelstrom siempre amenaza con absorberlo todo, pero a los héroes les daba tiempo a intentar todo tipo de tácticas: darle de mamporros, convencer al malo de lo terrible de sus acciones, haciendo alguna máquina absorbe-energías, mediante un ataque combinado... El último ejemplo de maelstrom lo tuvimos al final de Invasión Secreta, cuando la Avispa se transformó en una bomba biológica debido a los ardides del Hank Pym skrull.

Una idea tan buena y reveladora de la crueldad skrull la resuelve Bendis haciendo que Thor matara (con un maelstrom divino) a la pobre Avispa antes de que explotara. La solución es tan lógica como heroica, pero un ejemplo de anticlimax narrativo al estar narrada en off y ventilarlo en cuatro páginas repletas de viñetas.

Pero el maelstrom que me ha llamado la atención de verdad aparece en el número 20 de Los Poderosos Vengadores, el dedicado a recordar la figura de la Avispa, en la reedición de la primera aventura del personaje, una historia de 1963 que es una auténtica joya al mostrarnos a Stan Lee creando la alquimia del Universo Marvel.

La historia empieza con un maduro1 investigador casado con una rumana fugitiva del malvado2 régimen comunista de su país. Al volver a su país natal –que ya eran ganas-, la chica es secuestrada y asesinada por traidora, lo cual tampoco suscita ningún incidente internacional. Los intentos de venganza de Pym resultan fútiles porque al fin y al cabo se trata de un simple científico. Como buen héroe Marvel, una frase de su fallecida amada encauza sus esfuerzos. La frase no era “Sigue así, semental mío” sino “Imita a las hormigas, perezoso”. E voila, ahí que tenemos a Pym investigando a las hormigas y transformándose en el Hombre Hormiga. Todo esto en cuatro páginas.

A pesar de sus logros Pym echa en menos la ayuda de un compañero, unos pensamientos que harían afilar los dientes de los Jotacés del mundo. Recibe entonces la visita de un viejo profesor y su jovencísima hija, Janet Van Dyne. Sus pensamientos les delatan: “Es demasiado joven” piensa él. “Es guapo pero los científicos son unos aburridos”, reflexiona ella. El amargado Pym pasa de padre e hija, y el viejo científico continúa en solitario con sus experimentos de comunicación intergaláctica, que convocan a un monstruo que lo asesina para luego crear el caos a su paso.

Pym socorre a la huerfanita Janet a la que da los poderes de una avispa, lo cual hace que ella se enamore perdidamente de él, que aún mantiene las distancias debido a la diferencia de edad. Derrotan al monstruo usando ácido fórmico (?) y Pym demuestra que el buscaba compañero y no compañera, cuando le dice, al abrazarse de alegría, que “a partir de ahora no debes mostrar tal emoción… no es apropiado” mientras que ella se promete a sí misma “un día haré que te des cuenta que me quieres como yo a ti, pero hasta que llegue ese día será como tú quieres… solo compañeros…” Y es que ya se sabe que el roce hace el cariño.

En 18 páginas vemos a Stan Lee mezclando la fórmula con la que creó el Estilo Marvel, un maelstrom de las historias de romance y de monstruos con las que sobrevivió Marvel en los 50 mezcladas con el resurgente género de los superhéroes que DC había conseguido volver a popularizar, aderezado todo ello con gotitas de histeria anticomunista. La historia en sí misma puede parecer una tontería pero como documento histórico es impagable.

130 años en aquella época era madurez. Ahora se habla de “jóvenes de 35 años”.

2 Los regímenes comunistas eran malvados, pero la manera en la que los presentaban los americanos eran risibles.