jueves, 25 de junio de 2009

ALL STAR OBRA MAESTRA

Estamos a año y medio de acabar esta década innominada (Lo de “los 80”, “los 90”,… estaba claro. ¿”Los 00”?). ¿Cuántas obras maestras ha dado esto del tebeo en este tiempo? Yo ya tengo una: All Star Superman.

Alguna vez hemos comentado lo difícil que resulta escribir a Superman. Los personajes con fallos y vulnerabilidades son mucho más sencillos y agradecidos para el escritor y para el lector que busca dimensiones y capas en las historias que consume. Superman es demasiado poderoso, física y moralmente, y la mayoría de escritores naufragan, ya sea porque no son capaces de inventar un conflicto creíble, o porque cuando lo inventan es una patochada. Verbigracia: el jodido niño de Superman Vuelve.

Superman es un icono, un símbolo, uno de los más reconocibles del mundo, pero es más famoso por sí mismo que por sus aventuras. Por eso All Star Superman tiene doble valor: es un gran tebeo de por sí, y está protagonizado por un personaje realmente difícil. Grant Morrison, capaz de lo mejor y de lo peor aquí roza lo sublime.

El argumento, ya comentado hace dos posts, es soberbio, pero es que el desarrollo de la historia es increíble, lleno de maravillas y situaciones dignas del personaje. Imaginación en estado puro, con “devoradores de soles que comen soles en miniatura creados con un yunque cósmico de Nuevo Olimpo” o “supermédicos microscópicos kandorianos”, y una historia primorosamente contada, en la que todos los detalles son relevantes al final.

Los personajes son perfectos. La siempre curiosa Lois, el aventurero y más chulo que un ocho Jimmy, el gruñón Perry, y ese Luthor cuya motivación es la envidia y no la especulación inmobiliaria, sin que falte el científico aliado, sustituyendo al soso profesor Hamilton por Leo Quintum, el Beckham de los científicos tebeeros.

Morrison es mejor cuando se contiene. Quizás las parte más floja sea la de Mundo Bizarro pero es que el concepto es uno de los más limitados de la mitología de Superman, y se agota en el segundo e irritante diálogo. Quizás por ello Morrison introduce a Zibarro, el bizarro de Mundo Bizarro, en un giro de tuerca que debería mandar el concepto a dormir una buena temporada.

Y no me quiero ni puedo olvidar de, probablemente, mi dibujante favorito de los últimos años, el inmenso Frank Quitely, cada vez más influenciado por Moebius y narrando como nadie en el panorama actual. Pocos dibujantes de los que puedas decir que cada viñeta es la mejor posible en cuanto a encuadre y composición sin obviar que forma parte de una narración. Quitely le da a cada personaje su expresión y su personalidad. Basta ver esa portada en la que Superman vigila Metrópolis siendo consciente de que es observado por el lector al que dedica una sonrisa. Grande, grande, grande.

Morrison y Quitely no inventan nada. Todo estaba allí, concretamente en la Edad de Plata. Había que saber cogerlo y no hacerlo actual, sino intemporal, demostrando en 12 increíbles números lo grande que es este personaje. Tanto es así que en el soberbio 10º capítulo, vemos como en un mundo sin Superman dos chicos de Cleveland inventan a Superman. Porque siempre, de una manera u otra, debe de haber un Superman.

La edición de Planeta hace honor al contenido. 20 euros por este tomo es una ganga. ¿Pegas? Siempre las hay: en lugar de la portada del nº 6 han repetido la del nº 2. Pero venga, va, cortesía de ¡Yo Digo NO! ahí la lleváis.

Ale, y ahora os toca a vosotros decir “pues no es para tanto”.

martes, 23 de junio de 2009

ALL STAR “QUÉ LE HA PASADO A ESTE HOMBRE”

El otro día Manolo Sicilia me contaba The Spirit (la película) y yo le contaba All Star Batman. Su comentario fue “¿Qué le ha pasado a este hombre?”.

Ni idea. ¿Se ha quedado Frank Miller sin talento? ¿Está más atento a su carrera cinematográfica? ¿El género de los superhéroes ha avanzado sin que él se dé cuenta? ¿Está rodeado de una cuadrilla de aduladores que no se atreven a decirle cuándo mete la pata? Un dato: el tomo de All Star Superman tiene una introducción de Bob Schreck, el editor de la línea y de Mark Waid, colega de Morrison y fan confeso de Superman. El tomo de All Star Batman sólo tiene texto de Schreck. ¿Nadie se atrevía a prologar tamaño extravío?

Yo fui y soy de los escasos defensores de El señor de la noche contraataca. Entendía que se trataba de una sátira del estado en el que habían sumido al género obras como Watchmen o El retorno del señor de la noche. También entendía que eso ya existía y que se llamaba Kingdom Come, pero probablemente Miller no se había enterado.

Lo de este All Star no lo entiendo. No hay por donde meterle mano. Y a los datos me remito. Datos con spoilers incluidos, advierto.

La historia empieza con Dick Grayson cabrioleando, así que trata de él y de Batman, en este orden. Vale. No de Bruce Wayne que sale en cuatro viñetas exactamente. Vale también. Total, que matan a los padres de Dick Grayson, en plan francotirador y cuando saludaban al público. Por qué, ni idea. Si lo cuentan, no me he enterado. Asesinato delante de cientos de espectadores, Bruce Wayne incluido, que tiene una cita con Vicky Vale, que ha necesitado cinco páginas para decidir qué modelito ponerse. Obviamente coge el menos adecuado para la ocasión. Pues bueno, llega la policía y se llevan al pobre Dick para pegarle una paliza para que no cuente nada de lo que ha visto. Tendrían que haberse llevado a los cientos de espectadores también, pero que va, a por el niño, claro que sí.
Bukkake pedófilo-zoofílico, que diría
Warren Ellis.

Vicky Vale y Alfred siguen a los policías, y también Batman. Mucho batmóvil, pero llega el último. Eso sí, parte por la mitad el coche de la policía, que tenía policías dentro, coge al pobre Dick de las solapas y lo mete en el batmóvil. Así se rescata a un niño, sí señor. A la vista de todo el mundo, lo metes a la fuerza en el coche. Y quieres que sea tu pupilo. Claro, cuando te vean con un niño disfrazado nadie se va a acordar de que semanas antes habías secuestrado un niño. Si es que el que piensa, piensa…

A lo que pasa luego no hay quien le haga el atestado. Vemos que Alfred y Vicky han tenido un accidente de coche. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con quién? Hay un coche de la policía más allá. ¿Es el mismo que ha partido Batman? Si es así ¿también chocó Batman con la limusina de Wayne? Si es así, ¿tan cerca estaban Alfred y Vicky del coche de la policía? Si es así, ¿no veía Batman por dónde iba? Y ¿de dónde ha sacado el viejuno Alfred esos abdominales?

Batman y el recién secuestrado Dick Grayson se tiran ¡dos capítulos! huyendo en dirección a la batcueva. En ese trayecto Batman se comporta como un maníaco que lo mismo quiere ir de guai con Dick que se pone a presumir de batmóvil. Es precisamente la caracterización de Batman lo que más chirría en toda la historia, un maniático desquiciado que se ríe “para asustar a los criminales”. Joer, ¿el que se reía no era el Joker? No hay por donde pillarlo.

"Aprende cómo se hace,
David Carradine"
Este Batman no se afeita. No sólo eso, sino que la barba de tres días le sale en un plis plas porque Wayne estaba perfectamente rasurado diez minutos antes. Salvo que el viaje en batmóvil dure tres días. Lo cual es posible, porque vemos que Clark Kent “hace 15 horas” que ya se ha enterado del secuestro de Dick, es decir, ¡antes de que se produzca! porque sale en los cartones de leche y en los periódicos. Cartones que revienta y periódicos que quema. Vaya temperamento. Que digo yo que podría haber visto en la tele la noticia, pero va a ser que en quemar una tele de plasma se nos iba de presupuesto en efectos especiales.

Dick Grayson y productos lácteos,
curiosa combinación.
Miller se toma un capítulo entero para presentarnos a Canario Negro, que en esta versión es una camarera vestida de pilingui superheroica que harta de que los babosos del bar le digan de todo se lía a fostias y no deja parroquiano en pie, ella solita. Lo que más le irrita es que le digan “boquita dulce”. Debe ser la única mujer del universo a la que le dicen eso.

La edición de Planeta de este tomo es muy buena, desplegable de la batcueva incluido, en el que Jim Lee dedica tres páginas de seis a primeros planos de armaduras. Por ese desplegable el tomo vale lo mismo que el de Superman, aunque tenga tres capítulos menos. Un desplegable= tres capítulos. Hummm. No sé, no sé,… Lo que me chirría de este tomo son algunas de las fuentes utilizadas, sobre todo la ilegible de Batman, aunque no llega al nivel del texto introductorio de Aztek. Pero estoy divagando.

El caso es que llegan, al fin, a la batcueva y Batman vuelve a mostrar su pueril carácter cuando le dice a Robin: “Mola, ¿eh?”¡varias veces!. Consejo de profe: no hay nada más ridículo que un adulto hablando como un adolescente. ¡Y más si eres Batman! ¡Pero es que Dick le dice: “No está mal” y va el tío y se pica! ¡Amos, hombre!

"Las he visto mejores"

Este Batman se ha leído V de Vendetta porque intenta aplicarle el mismo tratamiento de choque que V le aplica a Evey. Lo que pasa es que Alfred le pasa hamburguesas de contrabando para que no coma ratas como Bruce Wayne hizo cuando se cayó de niño a la batcueva. Sí, sí. Comió ratas. Voluntariamente. Y no se convirtió en Ratman. Sigh.

La idea de que los métodos de Batman le enfrenten a la Liga de la Justicia es buena, pero es una Liga tan patética que, para eso, nada. Mientras, Batman corretea por los tejados riendo como un poseso y apalizando violadores.

Y le salen imitadoras: Batgirl, la hija del comisario Gordon ¡que aparece en el sexto capítulo! y la ya mencionada Canario Negro. Aquí se demuestra que Batman es el mejor detective del mundo. Oye un tiroteo y el tío sabe que es Canario Negro ¡oyendo los disparos! Por cierto que la detectivitis debe ser contagiosa: Dick reconoce de qué zona de Inglaterra es Alfred por el acento. Un niño que se ha criado en un circo y nos sale experto en fonética.

La historia avanza, o así. Grayson recibe su prueba de fuego. Tiene delante al asesino de sus padres y Batman le da la oportunidad de matarlo. No lo hace. Para qué ¡si puede torturarlo!

Y ahí que sale el Joker, supuesto inductor de la muerte de los padres de Dick. Este Joker tiene tatuajes y asesina mujeres. Pero no ríe. Ni sonríe. El que ríe aquí es Batman, recordemos.

"Hoy no, cariño, me duele la cabeza"
Y llegados al octavo capítulo, Grayson, al fin, tiene traje. Bueno, no es el suyo, sino el de Damien, el hijo biológico de Batman en la continuidad normal. Misterios del hipertiempo, digo yo. El caso es que a Batman no le gusta el traje y en el siguiente capítulo ya tenemos al Robin de siempre, ya era hora. Bueno, más o menos. Lo vemos pintado de amarillo.

Porque Batman se enfrenta a Green Lantern, comisionado por la Liga de la Justicia para reconvenir a Batman. Y Batman tiene un plan. Enfrentarse a Hal Jordan en una habitación pintada de amarillo. De paredes a techo. Si es que el que piensa, piensa. Pero es que hasta Batman y Robin se pintan de amarillo. Pintura que aún gotea. Y no sólo eso. Batman bebe limonada. Limonada amarilla, claro. Limonada amarilla que pasa por labios pintados de amarillo. De locos.

"Esta ictericia empieza a ser preocupante"


Miller muestra aquí que lo tenía todo pensado. Batman pergeña con Dick Grayson una explicación a su desaparición: ha estado oculto en una clínica psiquiátrica. Así nadie sospechará cuando vean a Batman con un ayudante juvenil. Sobre todo Jordan, que ha sido presentado como un tonto total. Ah, espera. Sí sospecha. Sigh.

Y entonces llega el acabose. Robin roba (valga la cacofonía) el anillo de poder de Jordan. El arma más poderosa del universo. Que tiene infinitas defensas contra los ataques. Y se deja robar. Y Robin apaliza a Jordan y le rompe la traquea. Ole. Menos mal que Batman sabe hacer traqueotomías, no sin antes darle un par de chuflas a su díscolo aprendiz.

Y ahora viene toda la carga dramática. Batman se da cuenta que está metiendo la pata con todo lo que hace. Y como es un tebeo de Miller, se pone a llover. Para quitar la pintura amarilla, mayormente. Y se van a la tumba de los padres de Dick, para que se despida de ellos. Lo que hace es guantear las lápidas. Lo normal. Ah, la rabia desatada, la angustia adolescente, los metatacarpios rotos... Y llega Batman, y lo abraza y lloran juntos, pobre huérfanos en desgracia.

Finalmente, se han redimido…

Otro momento Jotacé

Sí, claro. ¡Y un carajo! ¿Te quieres ir por ahí? ¿Así y ya está? ¿Unos cafres descerebrados se transforman de repente en dos centrados luchadores contra el crimen? Despropósito tras despropósito, incoherencia tras incoherencia, probablemente esta sea la peor obra de Frank Miller. Y mira que Jim Lee dibuja de dulce. Bueno, a veces se le van las proporciones. O Batman mide tres metros o Robin mide 1.20, pero bueno, dibuja muy bien. Pero lo de Miller es de pena.

Se supone que esta historia pasa en el mismo Universo que las otras obras de Batman de Frank Miller. Hasta tiene su número, Tierra-31. Pero ni este el es Batman de Año Uno ni el de El Señor de la Noche ni este el Miller que siempre hemos amado, ni ninguno que nos guste. Y no, no sé qué le ha pasado. Pero es una pena.

domingo, 21 de junio de 2009

ALL STARS

Yo no calificaría de éxito una línea editorial que desde 2005 ha publicado 22 números en dos miniseries distintas, una de ellas inconclusa. Y Dan Didio tampoco, si atendemos a como silba y disimula cuando le preguntan por la continuación de All Star Comics.

La línea All Star Comics de DC pretendía reunir a los personajes más importantes de la editorial con los más importantes autores, dándoles libertad para reinterpretar los personajes fuera de continuidad en historias accesibles a lectores no habituales. El sueño de todo editor desde la línea Ultimate en adelante. Y mira que la cosa prometía: Superman por Grant Morrison y Frank Quitely. Batman por Frank Miller y Jim Lee. Wonder Woman de Adam Hughes. Batgirl de Geoff Johns y J. G. Jones. Green Lantern por… bueno, no se sabe por quién, pero llegaron a anunciarlo.

Me imagino que DC era consciente de que, dados los autores implicados, los títulos saldrían con cierta irregularidad, pero Batman comenzó en septiembre de 2005 y tras diez números permanece “en hiato”. O herniada. Los 12 números de Superman se publicaron entre noviembre de 2005 y octubre de 2008. Aunque mereció la pena.

En los cálculos de DC se trataba de un proyecto con grandes beneficios a medio plazo en forma de recopilatorios, al estilo de Watchmen, que sigue dando pingües beneficios a DC (y a Planeta, que ha vendido 20.000 ejemplares desde octubre hasta ahora). E intuyo que había algo más: Películas.

Dicen que en Warner, cada vez que ven el gráfico comparando las ventas de Marvel y DC, sacan la carta de despido de Dan Didio. Pero en el momento de firmarla miran el gráfico de la derecha que muestra cómo una única película de Batman recaudó más que dos de Marvel juntas, y vuelven a guardar el finiquito. Aunque probablemente el mérito de Didio será haberles dejado los recopilatorios de The Long Halloween y Dark Victory a los hermanos Nolan. (Maldito Loeb, para algo que hace medio bien…)

En los últimos tiempos estamos viendo cómo DC está recontando el origen de sus personajes, por ejemplo, Green Lantern, en una miniserie escrita por Geoff Johns (que empezó su carrera como ayudante de Richard Donner, recordemos). Como si DC estuviera produciendo unas guías para los futuros posibles guionistas de las futuras posibles películas que se hagan con sus personajes. Precisamente es Green Lantern el personaje del que más se está hablando para un futuro próximo y posible.

Los argumentos de All Star Superman y de All Star Batman and Robin, The Boy Wonder, son peliculeros a más no poder. A los hechos me remito:

“Superman contrae un cáncer incurable provocado por un plan de Lex Luthor. En el tiempo que le queda de vida debe arreglar sus asuntos personales, lidiar con su propia mortalidad, y evitar los planes de conquista de su archienemigo”

O:

“Batman en los primeros tiempos de su lucha contra el crimen se encuentra enfrentado a criminales y policía por igual, aún confuso sobre qué metodos utilizar. Su único aliado, el comisario Gordon, tiene problemas con su mujer alcohólica, su rebelde hija adolescente y ha retomado el contacto con su antigua amante. Batman encontrará una nueva luz en la figura de un joven trapecista cuyos padres han sido asesinados y que se convertirá en su nuevo aliado si las ansias de venganza del muchacho se lo permiten”

Yo lo veo muy vendible. Y escrito por expertos en estas propuestas argumentales, que los hay, ni te cuento. Y si lo ves en la accesible forma de un tebeo bien escrito y dibujado ya es el acabose. El problema es que si Superman es la luz y Batman es la oscuridad estos dos tebeos lo demuestran de manera ostensible y, en el segundo caso, de la peor manera posible.

Lo vemos en los dos próximos posts.

martes, 9 de junio de 2009

AUTORES COMPLETOS

(A ver si cogemos el ritmo otra vez.)
Ya no hay autores completos. Entiéndase como el tándem guionista-dibujante en una sola persona. Al menos en las grandes editoriales del mercado yanqui, que ha sido siempre terreno para el trabajo en equipo mientras que desde Finisterre a las Kuriles han predominado los autores únicos, o que firmaban como tales a pesar de tener detrás un estudio de ayudantes. A ver, por 25 centimos, nombres de autores completos euroasiáticos, un, dos, tres, responda otra vez: Ibáñez, Hergé, Escobar, Crepax, Ivá, Manara, Franquin, Otomo, Toriyama, Tezuka,... podéis seguir en los comentarios, si así os place. Por supuesto que también tenemos gloriosos equipos como Goscinny-Uderzo, Mora-Ambrós, Jorodowsky-Moebius, Charlier-Giraud, Schuiten-Peeters, Koeki-Gojima,... y más, pero el autor solitario es preeminente.En el mercado anglosajón también nos encontramos esta dicotomía, pero de manera bastante curiosa. Mientras que la historieta para prensa y la independiente es cosa de autores solitarios, las grandes editoriales siempre han apostado por los dúos.

Incluso Bob Kane era Bob Kane y varios autores de su estudio. Quizás el primer caso fue el Steranko al que Stan Lee le dejó hacer varios números de Capitán América y de Nick Furia, un experimento bastante efímero. Cuando Kirby dejó Marvel tomó las riendas de todos los aspectos de su trabajo, incluyendo los editoriales. Ya a finales de los setenta, tenemos a Jim Starlin y es a mediados de los ochenta cuando John Byrne, George Pérez, Frank Miller o Walt Simonon tuvieron sus momentos de gloria solitaria. Eran minoría pero hacían los mejores tebeos de la época, y la tendencia la siguieron y estropearon los McFarlane, Larsen o Liefeld de turno, a los que Marvel convirtió en estrellas y que pagaron el favor formando la ahora discreta Image. Dibujantes espectaculares, pensaban que el guión era lo de menos, que lo que vendía era el dibujo, y bien que lo pagaron, ellos y el medio entero con una época nefasta de especulación y malas historias.

Desde entonces las editoriales cultivan el trabajo en equipo, promocionando como estrellas a guionistas más que a dibujantes. Poquitos ejemplos me vienen a la memoria en la última década: los 4 Fantásticos de Pacheco (ysecundado por Rafa Marín), etapas de Alan Davis en algunas series o las historias de Batman y de Spirit de Darwyn Cooke.

¿Qué razones han tenido las editoriales americanas para fomentar el sistema de trabajo a cuatro manos? Ya hemos apuntado algunas, y se me ocurren algunas más.

Efectividad. Los yanquis son los reyes e inventores (véase Henry Ford) del trabajo en cadena. Hasta las hamburguesas las hacen así. Y el sistema guionista-dibujante se adapta a la perfección a este espíritu. Pregunta con enjundia ¿puede el trabajo en cadena producir obras de arte?

Derechos de autor. En prensa y en el mundillo independiente los propietarios de los personajes e historias suelen ser los autores. Y no es lo mismo repartir que quedarse con todo. Además este mercado publica historias (humorísticas, biográficas,…) en las que el dibujo está supeditado a la historia. Basta con que seas un dibujante competente porque lo que venden son las historias.

Talento. No todo el mundo sirve para todo, obviamente. Puedes ser un grandísimo dibujante y que escribir no sea lo tuyo. Y viceversa. Si eres listo, cultivas tus talentos y no te empecinas en lo que no dominas, porque eso no da de comer.

Vistosidad. Es más fácil venderse, suponiendo que haya talento, como dibujante que como guionista, y una vez que te haces un nombre como dibujante, si eres realmente bueno, poco tiempo tienes para promocionar tus talentos literarios. Además, los editores van a querer exprimir tus talentos como dibujante y no van a perder el tiempo con experimentos dudosos.

Guionistas-estrella. Tenemos actualmente una generación tan buena de guionistas que no resulta fácil que un dibujante pueda tener opciones de demostrar sus talentos como escritor.

Detallismo. Otra razón por la que los dibujantes no tienen tiempo para escribir es el alto nivel de detalle que piden los gustos en boga. Comparad los edificios de Kirby, Pérez o Byrne, genéricos y relativamente poco detallados, con las arquitecturas que presentan los dibujantes actuales. Hace veintes años algunos dibujantes se hacían tres páginas al día y hoy es raro el que es capaz de hacerse una al día.

Planificación. Si el autor es único y te falla resulta más difícil de arreglar el desaguisado que si tienes un dúo. Lo cual, por cierto, da lugar a chapuzas como Crisis Final, con cuatro o cinco dibujantes para ochos números.

Corporativismo. Los nombres clásicos de la edición yanqui han sido siempre guionistas: Stan Lee, Julie Schwarz en los sesenta o los Wolfman, Wein o Shooter de los setenta sin olvidar al eterno Paul Levitz. Hay excepciones, como Carmine Infantino y Dick Giordano en DC o Joe Quesada en Marvel, claro, pero siempre he pensado que estos editores-guionistas cultivan a los de su gremio.
Seguro que hay más razones. A favor y en contra. Dadle a los comentarios, dadle.