jueves, 31 de enero de 2008

HIJOS DE UNA ÉPOCA

De casualidad me he encontrado leyendo dos obras con mucho común: España, una, grande y libre de Carlos Giménez e Ivá, y Clásicos DC: JSA de Roy Thomas y Rich Buckler.

La obra de Giménez fue publicada originalmente en los primeros años de la Transición y es un tebeo de combate. En sus páginas Giménez retrata las expectativas y, sobre todo, el pesimismo que le producen los cambios políticos y los problemas sociales como el paro, la delincuencia, los derechos de los trabajadores, los grupos fascistas, la represión policial...

Mucho de lo que cuenta es producto de la ingenuidad ideológica, como ese comentario de que “en Rusia, Cuba y China el problema del hambre lo tienen resuelto desde hace tiempo” que recuerda a aquel chiste de “en Cuba nadie se acuesta con hambre, y quien tenga hambre, que no se acueste.” En otra historieta puedes llegar a vislumbrar una comprensión por los motivos de un terrorista suicida que le imagino superada. Y la imagen que da de Adolfo Suárez no puede ser más desafortunada.

Pero todo lo hace desde una total implicación personal, usando como única arma su talento, en una época en la que en El Papus, donde él publicaba, ponían bombas y moría gente. Lo que aterra es que temas como la especulación inmobiliaria, las abusivas diferencias entre el precio de los productos en origen y en el punto de venta o el debate sobre la energía nuclear siguen dando la lata en la actualidad. Por suerte, los peores augurios de Giménez no se cumplieron y pudo ver cómo, en 2003, un Gobierno del PP le concedió la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes.

Roy Thomas publica All-Star Squadron casi contemporáneamente a la obra de Giménez, en 1982. Estados Unidos, tras el Watergate y Vietnam, anda deprimida, moral y económicamente y el Presidente es un Ronald Reagan al que no le tiembla la mano cuando toma decisiones impopulares que suponen el desmantelamiento del sistema sanitario, despedir a 12.000 controladores aéreos en huelga y un aumento en las tensiones con la Unión Soviética.

Ante este panorama Thomas mira atrás y no sólo cumple el sueño de escribir los héroes de su infancia, sino que vuelve la vista a una época de dificultad, la Segunda Guerra Mundial, en la que una nación unida desafía al fascismo. Resulta entrañable esa viñeta en la que una señora la emprende a pedradas contra una farola para apagarla y evitar que sirva de guía a los bombarderos enemigos. Es un tiempo en el que las guerras eran justas, los políticos eran honrados y se sabía por qué se luchaba.

Thomas y Giménez son dos niños de posguerra (Mundial y Civil) que miran al pasado o a una utopía en busca de las respuestas que su época no les da. Mientras que Giménez es más directo, más brutal, para Thomas lo principal es la aventura, aunque sutilmente deja traslucir la misma desilusión que el autor español y la misma resolución contra las dictaduras fascistas.

Como colofón irónico, en esta época Thomas seguramente ignoraba el tipo de historieta que se hacía en España y Giménez defendía, otro modo de ignorancia, que el comic americano era una expresión fascista.

jueves, 24 de enero de 2008

EL QUINTO MANDAMIENTO

Y ya que hace poco hablamos de la muerte, ahora toca el matar.

Hecho: Los héroes matan. Conan, Luke Skywalker, John McClane, Dartagnan, Indiana Jones, Jack Bauer... A todos los hemos visto matar a los malos a puñados y sin especiales remordimientos y los hemos seguido considerando héroes. Quizás porque matan, sí pero como legítima defensa y cuando no hay otra alternativa.[1]

Hecho: Los superhéroes no matan.

Es un convencionalismo de este género. El superhéroe clásico resuelve sus conflictos mediante la violencia pero evitando quitar la vida de su enemigo, aunque éste le haya hecho la mayor de las perrerías. El superhéroe posee una superioridad moral que implica no matar.

No se trata sólo de una postura ética de los autores sino de una obligación de la censura para un producto cuyo público era eminentemente infantil. Las ingeniosas flechas trucadas de Flecha Verde y Ojo de Halcón no son fruto de la imaginación del guionista, sino la solución a no poder utilizar flechas de las que pinchan y matan y que sólo servirían, eso es puntería, para clavar a los malos a la pared. Y si héroes con décadas de aventuras a sus espaldas mataran a sus archienemigos a las primeras de cambio eso los convertiría en asesinos reincidentes y, además, obligaría a las editoriales a estar inventándose villanos a cada momento, o, peor, a resucitarlos una y otra vez.

Este convencionalismo se relajó con personajes como Punisher, que de todas maneras es un psicópata y un asesino de masas al que los Vengadores deberían de haber trincado hace años, y de Lobezno, que redescubre para el género al héroe que mata mucho pero mata “justificadamente” y porque no le queda más remedio. Entre Lobezno y las pelis de Rambo originaron la ola de grupos Image cuyos nombres llevaban aquellos “blood” “strike”, “force” o “wild” y estaban repletos de personajes con pistolones y cuchillos de triple filo que usaban con profusión y altas dosis de alegría. The Autorithy y The Ultimates recuperaron la estética del grupo clásico pero siguen esa vena de héroes que matan a los malos y no les importa demasiado aunque, y eso es lo importante, en historias que están realmente bien.

A pesar de estas modas los héroes clásicos se mantienen en sus trece y no matan. Y cuando lo hacen, hay consecuencias. Una de las historias más polémicas de Superman fue la ejecución de los criminales de Kriptón del universo de bolsillo (versión resumida) a manos del Hombre de Acero, que lo hizo para evitar que escaparan al universo DC y destruyeran la Tierra. Esta historia marcó el fin de Byrne en la serie y motivó que sus sucesores se inventaran una historia de esquizofrenia y exilio en el espacio. Es legendaria la muerte del Profesor Zoom a manos de Flash/Barry Allen, justo antes de Crisis, y últimamente recordamos a Wonder Woman partiéndole el cuello a Maxwell Lord, lo que también trajo cola. En el Universo Marvel parece, sin embargo, que sus personajes sólo matan cuando se pasan al lado oscuro, como Fénix. Así al pronto no se me ocurre ninguna historia equivalente. Quizás Coloso cuando mató a Proteus. (Ayuda, ayuda,...).

Y vale que Superman, con todos sus poderes, no debería necesitar matar, pero ¿qué pasa con Batman? ¿Le quita credibilidad que no haya tirado ya al Joker desde un décimo piso? ¿Y Spiderman con el Duende Verde?

Opinen, jóvenes.

[1] Bueno, Dartagnan organizó la ejecución de Milady de Winter, y a Bauer lo hemos visto torturando y ejecutando a sangre fría, pero eso siempre ha ido acompañado de remordimientos y una posterior redención. En general los héroes parecen tener el superpoder de saber discernir quién merece la muerte y quién no.

jueves, 17 de enero de 2008

MAS ANUNCIOS PLANETARIOS

Planeta ya está anunciando Cuenta Atrás, la continuación de 52 que idearon "obligados" por el gran éxito de la misma. Mientras que la primera fue éxito de crítica y público, Countdown no lo ha sido tanto, a pesar de los cambios de dibujantes y dirección que el argumentista Paul Dini ha ido introduciendo sobre la marcha obligado por Dan Didio. Countdown culmina con la esperada Crisis Final de Morrison y J. G. Jones. Esperada porque es de Morrison y J. G. Jones y porque todo el mundo espera que sea la última de verdad. Pero hasta mayo de 2009 no la veremos por aquí.
Aún quedan cuatro meses para que empiece Cuenta Atrás, y es de notar el afán de anticipación que ha tenido Planeta en este caso, con este anuncio en concreto.
Original. Simpático. Llamativo. Buena publicidad.

Copiado:

¡Planetaaaaa, plagiadooooreeeeeees!, podríamos gritar. ¡Yo digo no! (Cosa que nunca he dicho en este blog hasta ahora). Igual que los tráileres que vemos en los cines son traducciones de los originales, no hay nada de malo en adaptar buenos anuncios americanos. Más a menudo lo tendrían que hacer.

El que no he podido averiguar si es original o no es este, aparecido en la contraportada de 52.

Realmente no sé si es anuncio o simplemente un incentivo para animar a los lectores que ya empiecen a estar hartos de tanta línea argumental en paralelo que parecen olvidadas durante semanas para luego ser retomadas. A mí eso me gusta, pero entiendo que haya quien le agobie todo esto. Como anuncio quizás llega tarde, con la serie a apenas cuatro meses de su final, así que probablemente sea lo un guiño a los habituales. Sea lo que sea, original o copia, también está bonito. Y que dure.

lunes, 14 de enero de 2008

¡A MI LA LEGIÓN!

Pues me estoy leyendo el primer tomo de Clásicos DC dedicado a La Legión de Superhéroes en su etapa de los 80 guionizada por Paul Levitz y dibujada por Keith Giffen y es una prueba más de lo que ha cambiado el tebeo americano en veinte años. Historias muy densas en argumento, diálogos y número de viñetas que te cuentan en veinte páginas lo que ahora necesita de diez números. Es un estilo de narrativa que se puede hacer duro para un lector de hoy en día. Y tratándose de la Legión, aún más.

En la Legión aparecen decenas de personajes y decenas de mundos futuros que piden un lector fiel y aplicado a su tarea. Aunque el grupo ha tenido continuidad en diversos títulos y colecciones durante casi 50 años esta sensación es engañosa, y ha ido a trompicones, con una notable historia de altibajos, donde los bajos han sido más que los altos y donde, como es habitual en DC, hay versiones pre-Crisis, post-Crisis, pre-Hora Cero, post-Hora Cero y una nueva continuidad iniciada por Mark Waid hace unos años y que es la que actualmente publica Planeta. Muy maja, por cierto. Y también tienen una serie de dibujos con unos diseños muy bonitos.

Probablemente no hay concepto al que se le hayan dado más oportunidades en el comic yanqui, gracias a que tiene un núcleo duro de fans y a que Paul Levitz es el mandamás de DC. Es de esas series que si te gustan estás a muerte con ella, pero en la que es especialm
ente difícil entrar. En España no ha tenido demasiada fortuna, a pesar de los intentos de Vértice, Bruguera (que yo recuerde) y, sobre todo, Zinco, que publicó un primer número de presentación del que recuerdo especialmente las fichas de los personajes y el alfabeto de Interlac (el lenguaje galáctico del siglo XXX), en un intento de Miguel G. Saavedra y Sergio Pradera de hacer llegar el Universo Legionario al lector. No bastó, pero se agradece. Por ello se hubiera agradecido que en este primer número de Planeta se hubieran preocupado de hacer lo propio. Es el tipo de “valores añadidos” de los cuales ya hemos hablado y que en una colección como está se hacen aún más necesarios.

Me imagino que cuando Planeta se ha atrevido con la Legión es porque la serie de Mark Waid está yendo bien y porque los Clásicos DC también están funcionando pero probablemente sea uno de los lanzamientos más arriesgados de la línea DC de Planeta y que funcione o no será un termómetro del estado de DC en España, sobre todo si los resultados son buenos. Yo, al menos, pienso gastarme los diez euritos de cada tomo todos los meses.


jueves, 10 de enero de 2008

¡AAAAAAAAAAAAH, LA MUETTE!!!

Como parte de la realidad que es, la muerte también se refleja en la ficción, no sólo como hecho, sino como personaje. En Marvel es una mujer callada y esaboría que tiene amargadito al pobre Thanos. En DC es la pizpireta hermana de Sandman y, probablemente, la mejor creación de Neil Gaiman.
En la realidad, la muerte es segura e inevitable. En la ficción no. O, al menos, hasta hace poco. Cuando Aquiles, Ajax, el Cid, el Quijote o Hamlet mueren, mueren de verdad. Hasta el siglo XIX. Tras varias aventuras Alejandro Dumas acabó por cargarse a sus mosqueteros, pero Conan Doyle no pudo resistir la presión popular y resucitó a Holmes. Al menos en todos estos casos hay un autor que decide y que, dado el caso, puede encastillarse y decir de su personaje: "Está muerto, muerto y más que muerto." Pero cuando el "autor" es una corporación despídete, que ahí no muere ni el Tato. Excepto como recurso comercial y sabiendo que siempre, siempre, volverá de entre los muertos de una manera más o menos imaginativa.
Si hacemos un repaso a vuelapluma -seguro que a vosotros, mentes preclaras, se os ocurren más-, la tía May murió pero resultó ser una doble pagada por Norman Osborne que engañó hasta a Peter Parker, que ni sentido arácnido ni gaitas.
Superman murió clínicamente a manos de Doomsday, pero cuando iba hacia la luz llegó el espíritu de un infartado Pa Kent que le tiró de la capa y lo trajo de vuelta, para volver unos meses después con melenita y traje de David Meca. (Sin anuncios de plátanos de Canarias).
Fénix duró muerta más tiempo de lo que se podría pensar, habida cuenta que lleva la resurrección en su nombre. En realidad Fénix no era Jean Grey, sino una entidad cósmica que la puso en animación suspendida y tomó su lugar. Morrison mató, esta vez sí, a Jean Grey que, por ahora, parece, es posible, sigue muerta.
Norman Osborn, empalado por su planeador de Duende Verde, clavado en la pared, chorreando sangre como un marrano, no muere finalmente sino que el suero que le da superfuerza también le da un factor curativo. Pero no le cambia el peinado ese tan raro.
Bucky pareció estallar en el aire junto a un misil nazi pero al caer en el agua fue rescatado por un submarino soviético que lo llevó a Rusia, donde fue convertido en el Soldado de Invierno. (¿Habrá Soldado de Primavera?. Me lo apunto.)
Jason Todd, el segundo Robin, muere apalancado por el Joker. Es decir, a golpes de palanqueta. En los preludios de Crisis Infinita Superboy-Prime golpea el muro de la realidad y provoca cambios en la continuidad, entre ellos la resurrección de Todd.
Thor murió tras acabar con el ciclo eterno del Ragnarok pero ya lo tenemos ya en su nueva serie, que para eso es un dios.
Lo de Green Arrow es complicadillo. Muere desactivando (mal) una bomba de un grupo terrorista en un avión, pero Hal Jordan lo resucita, aunque según Kevin Smith, sin alma y sólo con los recuerdos anteriores a la excelente miniserie de Mike Grell, donde mataba al violador de su novia Canario Negro. Finalmente, el alma vuelve a su cuerpo.
Ser arquero debe ser muy chungo, porque mueren como moscas. Ojo de Halcón dos veces. En Vengadores Desunidos en la explosión de una nave Kree. Resucita en Dinastía de M, pero vuelve a morir allí. Y cuando la realidad se restaura, aparece vivito y coleando. Las cosas de la magia. No hay nada como la magia para explicar lo inexplicable.
Coloso se inyectó la vacuna contra el virus del legado, vacuna rara rara que mataba al vacunado pero curaba a los que no se vacunan. Sí, el guionista era Scott Lobdell. Kitty Pride hasta esparció sus cenizas por Siberia -las del ruso, no las de Lobdell-, pero no eran del cuerpo de Coloso, sino de los puros de Lobezno, porque el cuerpo de Coloso fue robado y resucitado por ciencia extraterrestre.
La del Castigador fue tremendo. La verdad es que no recuerdo cómo murió, y ni la wikipedia ni la propia Marvel lo aclaran. El caso es que lo hicieron volver como agente celestial, y como aquello no se lo tragó nadie, pues Ennis lo hizo volver aduciendo que a Frank Castle no lo aguantaban ni en el infierno. Con un par.
Y así sucesivamente.
Algunos personajes resisten. El Capitán América sigue muerto, aunque ya prometen su reaparición, pero no necesariamente, la de Steve Rogers. De todas formas la que más aguanta es Gwen Stacy. Y el tío Ben.Y Harry Osborn. Por ahora.
La ficción comiquera ha trivializado la muerte y la resurrección, algo tan serio en tiempos que hasta ha originado una religión. Aunque también ha tenido sus momentos, la ficción televisiva es más férrea con estas cosas, sobre todo en la nueva hornada de grandes series televisivas. Muchas veces la muerte es la manera de quitarse de en medio a un actor coñazo, borracho, o que pide más dinero, pero las más de las veces es un poderoso recurso dramático, y ahí tenemos la muerte del doctor Greene en Urgencias o alguna de las muertes de Perdidos. Claro que en todas partes cuecen habas y en la séptima temporada de 24 uno de los buenos muertos en la quinta temporada reaparece en plan villanesco. Más tebeero, imposible.
Pero mientras que en las series de televisión crean nuevos personajes para sustituir a los difuntos, en los tebeos han preferido pensar que una resurrección es más llamativa. Por supuesto lo que se repite mucho no llama la atención. Quesada juró y perjuró que no habría resurrecciones durante su regencia editorial, "salvo que la historia merezca realmente la pena". Y eso puede valer para la saga de el Soldado de Invierno, pero hay algunas cosas que hemos visto y que, peor, veremos, que no merecen la pena.
Pero, claro, como dicen Faemino y Cansado todo lo hacen por la pasta.

lunes, 7 de enero de 2008

TICS

Muchos directores de cine tiene una “marca registrada”, un tic que repiten película tras película. En Tarantino pueden ser los planos desde el interior del maletero de un coche o el fetichismo de los pies. En Spielberg un plano en el que la cámara sigue a un personaje y lo sobrepasa para enseñarnos lo que dicho personaje se ha detenido a observar. Hitchcock aparecía en todas sus películas. Coppola hace montajes en paralelo entre un respetable acto público (un bautizo, una boda, una ópera,...) y escenas de crímenes...

Los autores de comic también tienen sus propias excentricidades. Aprovechando que tenemos la fiesta de los Reyes aún reciente y que es el primer aniversario del blog (iba a hacer una felicitación a propósito de la fecha, pero seguro que ya os la imagináis), os propongo un juego: ¿Qué tics conocéis en vuestros autores (más o menos) favoritos?

Así a bote pronto a mí se me ocurren estos:

John Byrne siempre que puede cuela la frase de Mark Twain “Las noticias sobre mi muerte fueron algo exageradas”,
Brian Bendis hace largas escenas de diálogo con cabezas parlantes fotocopiadas, sea él el que dibuje u otro artista.
Todd McFarlane dibuja imágenes del Gato Félix ocultas en las viñetas. O lo hacía cuando dibujaba.
Michael Turner huye de dibujar pies como de la peste.
Chris Claremont gusta de poner una escena en la que un personaje, generalmente una chica, se va a bailar y se deja llevar por la música olvidándose de sus problemas. También hace partidos de béisbol en sus comics y sus personajes se suben al tejado para meditar.
Garth Ennis hace vomitar a sus personajes. Y a veces al lector.

¿Se os ocurren más a vosotros? Seguro que sí. Ojo, no se trata de buscar las temáticas o estilos preferidos de ese autor (una cuestión muy interesante que abordaremos más adelante), sino de detalles secundarios pero característicos. Demostrad que tengo los mejores lectores de la blogosfera ;-D

miércoles, 2 de enero de 2008

BARDÍN Y YO

Un anónimo ciudadano es arrancado de este plano de existencia y un ser extradimensional le confiere increíbles poderes. No es el origen de ningún superhéroe, sino el de Bardín el Superrealista, la obra por la cual Max ganó el Premio Nacional del Comic 2007 y los tres premios principales en el último Saló (Obra, Guión y Dibujo).

Servidor es consumidor voraz de superhéroes Marvel y DC. Se traga, voluntaria y conscientemente, montones de porquerías mensualmente y un puñado de buenas obras, porque mi afición va más allá de la calidad de la obra y se relaciona más con el seguimiento del desarrollo de universos de ficción. Por ello se podría pensar que Bardín no es mi tipo de tebeo, pero tampoco lo serían From Hell, Maus, Mafalda, Asterix, Lapinot, Adolf, Mondo Lirondo, Paracuellos, Locas, Luba, Blacksad,... Y vaya si me gustan. Siempre tengo sitio para otras temáticas y procedencias, pero Bardín me ha dejado bastante frío, la verdad.

Max es uno de mis dibujantes españoles favoritos. Por encima de su obra, de hecho, porque sospecho que el Peter Pank que tanto me gustaba debe de haber envejecido mal, aunque sería el primero en la cola para comprar un Integral del mismo (¿Existe? ¡Que lo hagan!). Es decir, que Bardín tiene puntos para gustarme. Pero me deja frío.

Quizás porque se adentra en el terreno de lo onírico, este tebeo es un tremendo deja vú. Sus paisajes dalinianos me recuerdan a Steve Ditko. Sus delirios teológicos también están en Promethea y con mucha mayor densidad. Ese adentrarse en el sueño nos remite a Litte Nemo, lo mismo que la pelea en un bosque lleno de monstruos la podríamos encontrar en cualquier Conan. Incluso el diseño del personaje le da aire a Jimmy Corrigan, aunque eso será casualidad. La historieta de la vida de San Ceremonio, patrón de la pereza, sí que abre una via interesante, porque siempre he pensado que el Santoral católico es una fuente de historias que para sí la quisieran los Neil Gaiman que se nutren de cuatro leyendas artúricas y Beowulfes varios.

¿Separados al nacer?


El Jurado del premio cuenta en el acta que se trata de “una obra gráficamente deslumbrante, con un guión original y repleta de referencias literarias, filosóficas y cinematográficas.” Pero si rascas, poco queda debajo. Ya puestos a hacer la pelota dicen “El autor llega a la cumbre de su dilatada trayectoria profesional con un cómic que marca un antes y un después en la historieta española”. No sé qué le dirán al próximo premiado ni si coincidirá con el premiado en el Saló.

¿Es un premio injusto? Ni mucho menos. El jurado, entre cuyos miembros encontramos a Toni Guiral, Ana Miralles o Carles Santamaría, es más que solvente. Es una obra bien escrita y exquisitamente narrada y dibujada. Y, sobre todo, es, como reza el título de una de sus historietas, “un acto de amor” de un autor que tiene una lucrativa carrera en el campo de la ilustración, pero que siempre encuentra un rato para hacer historietas. Y es Max, qué narices.


PS. 18 euros por 82 páginas es lo que cuesta el tomo editado por La Cúpula. Podrían haberlo mandado a imprimir a China...